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Escucha A La Niñez – Una Nueva Visión Que Va Más Allá Del Diagnóstico

Por Glenn Berg

Publicado por Mad in Sweden y traducido al español.

Esto es una invitación, en el mejor de los casos, a atreverse a pensar en grande y, en cierta medida, a evitar la destrucción del capital humano.

Hay una gran brecha en el discurso sobre las dificultades humanas. Una brecha entre el determinismo biológico y los resultados asumidos. Hoy en día, el resultado parece querer derivarse únicamente de la biología – la perspectiva médica. Una visión que promueve la pasividad en la persona. Pasividad en el sentido de que se le explica a la persona el resultado – el efecto de sus dificultades – en términos biológicos: que es algo independiente de ella misma lo que creó lo que ahora es. Pero parece que no hay una conexión coherente entre estas conductas observables y los modelos explicativos. Por lo tanto, el método que intentamos usar no siempre es útil, y más bien contribuye con demasiada frecuencia a mantener las limitaciones de las personas que dicen querer seguir adelante con sus vidas. Esto aplica especialmente a niñes y jóvenes, ya que se les deja fuera del razonamiento del mundo adulto. La visión actual dominante, basada en las ideas de la neuropsiquiatría, parece ser constantemente el punto de partida cuando se habla de las dificultades y el posible desarrollo de niñes y jóvenes. Además, también parece haber un interés en identificar problemas según estos principios, incluso donde no hay problemas.

El razonamiento circular de la psiquiatría y la tiranía de las bajas expectativas

En cuanto a las dificultades de nuestres niñes, hoy existe una creencia muy fuerte en la Psiquiatría Infantil y Adolescente (PIA) de que debe poder explicar y sanar todo lo que experimentamos como comportamiento desviado en niñes y jóvenes. Pero los principios de categorización que utiliza la psiquiatría tienen grandes limitaciones para entender la vida humana en un mundo complejo. El TDAH, por ejemplo, es un diagnóstico conductual – son conductas que se observan y se nombran bajo la forma de TDAH. Es a la conducta misma a la que se le atribuye la causa. La conducta se convierte, entonces, tanto en causa como en síntoma de la causa – un razonamiento circular. ¿Por qué nadie ve esta simple relación lógica y su absurdo? Lo que las personas adultas hacen por sí mismas en su búsqueda es una cosa, pero cuando esta visión dominante tiene consecuencias más o menos serias en las oportunidades de nuestres niñes y jóvenes para desarrollarse de manera auténtica, entonces deberíamos empezar a buscar otras alternativas. Y esto sin minimizar ni invalidar lo que las personas experimentan como problemático en sus vidas, sean niñes o adultes. Al contrario, necesitamos acercarnos fenomenológicamente a lo que está en juego e intentar comprender realmente de qué se trata, y luego entender esto en relación con lo que es deseable. Aquí hay una falta enorme de voluntad para atreverse a pensar y mostrar comprensión sobre nuestro lugar en el mundo. Es una oscuridad real, eso es lo que es. Une joven diagnosticade con TDAH se da cuenta de que en realidad no puede concentrarse, y al personal escolar se le insta a no presionar “…cuando él no tiene la capacidad”. Uno de cientos de ejemplos que significan la tiranía de las bajas expectativas – se les hace entender a les jóvenes que no pueden hacerlo mejor. La actitud no debería ser un distanciamiento total de la perspectiva médica, sino más bien tomarla en cuenta cuando pueda tener relevancia para las posibilidades reales del joven. Y no aprendemos nada sobre las posibilidades reales de les jóvenes llenando cantidades interminables de formularios. Además, también hay una tendencia a querer identificar problemas donde no los hay.

El diagnóstico como explicación insostenible

En cuanto al niñe en sí, deberíamos tener claro que el niñe y les adultes no experimentan lo mismo cuando se trata de comportamientos problemáticos – el niñe tiene su propio mundo y les adultes tienen el suyo, en donde están expuestes a una variedad de procesos que influyen.

Se dice que hoy hay nueve mil niñes esperando por algún diagnóstico neuropsiquiátrico. Se habla con horror de que todes eses niñes están esperando ayuda. Pero estoy bastante segurx de que no son les mismes niñes quienes se han puesto en esa fila, sino adultes neurótiques – madres, padres y personal escolar – quienes se aseguran de que eso pase. Muches de eses niñes no tienen problemas que necesiten medicación, sino que están viviendo variaciones normales en un mundo donde la cultura y la biología deberían coexistir. Esto no es tarea fácil. Es difícil crecer y encontrar el propio lugar.

Además, esta teoría de categorización que representa la neuropsiquiatría es muy interesante, ya que nuestra cultura actual le da gran importancia a ser tolerantes con las diferencias entre nosotres. Pero aquí aplica lo contrario. Este movimiento (lo llamo movimiento porque está limitado a una forma específica de pensar) dice que hay que tener mayor comprensión de estos grupos de niñes. Pero para quien tenga ojos para ver y oídos para oír, es obvio que elles mismes contribuyen a lo contrario. Con el diagnóstico como “portada”, madres, padres, maestres, educadores especiales y asistentes entran siempre (!) con prejuicios totalmente erróneos sobre lo que en realidad es posible. El diagnóstico coloca una cortina en el encuentro interpersonal, donde no es posible un contacto verdadero ni el desarrollo, o al menos, contribuye a reducir esas oportunidades.

Esta ciencia, en comparación con otras, tiene dificultad para defenderse de las llamadas malas interpretaciones. Cuando les “expertes” tienen que enfrentar todas esas malas interpretaciones, dicen que hay una enorme falta de conocimiento. Pero rara vez se discute dónde está esa falta de conocimiento. Porque cuando se pregunta qué tipo de conocimiento falta, no hay una respuesta clara. Se dan explicaciones generales sobre la condición, y consejos genéricos sobre cómo podría mejorar la vida de cualquier persona.

No estoy diciendo que las personas no tengan problemas en sus vidas, ni que no haya espacio para mejorar. Soy de les primeres en estar de acuerdo con esa vivencia. Entiendo perfectamente la idea de que es reconfortante tener una explicación para las propias dificultades. Es cierto que nosotres – como especie humana – estamos desubicades en cierto sentido. No tenemos un lugar dado que sea significativo, pero es tarea de la cultura intentar llenar ese vacío. Por cultura entendemos todo lo que compone nuestras vidas – trabajo, familia, relaciones, política, deportes, espiritualidad, religión, arte y entretenimiento. Sí, todo lo que nos rodea. Con eso en mente, una pregunta existencial no puede medicalizarse. Claro, parece que ciertos síntomas pueden aliviarse con estos medios, pero no se llega al núcleo.

La necesidad de contacto auténtico en la niñez

Es necesario reestructurar el pensamiento y el discurso a nivel social para reducir el riesgo de que les niñes y jóvenes se conviertan en participantes pasives de sus propias vidas. La visión médica dominante actual socava la responsabilidad personal y la posibilidad de trabajar con une misme de manera auténtica. Sé que quienes defienden los beneficios del enfoque NPF se refieren constantemente a lo contrario y a la falta de conocimiento con todas las malas interpretaciones que eso conlleva. Pero esto no solo ocurre entre profesionales y personas en el terreno, sino también de forma generalizada en todo tipo de medios. Un aparato propagandístico al que hay que resistir. Todo el drama consiste en una multitud de problemas semánticos que realmente les cuesta responder.

La ayuda profesional, de la que tanto se habla, es precisamente lo que les niñes y jóvenes no necesitan. Lo que necesitan es contacto auténtico basado en calidez, amor, comprensión y el coraje de atreverse a provocar para aflojar patrones disfuncionales habituales. La escuela, la PIA y el sistema como tal tienen una capacidad bien desarrollada para crear y mantener la pasividad previamente mencionada en el niñe. Hay una tristeza indisoluble en las profesiones que giran en torno a la juventud, y donde cada una tiene un interés propio, pero que el conjunto se adorna con algo bien formulado sobre la humanidad o lo que sea. En eso es obvio que la juventud se convierte en un medio para otros intereses y no en un fin en sí mismo. Tenemos que empezar a soltar y motivar nuestro propio pensamiento. Con el método socrático – un arte de poder tener conversaciones constructivas – se abre una puerta que permite articular la propia existencia. Ahora solo se habla de lo difícil que es, que no pueden y que no es su culpa.

¿Cómo alguien va a poder llegar a algún sitio si no se le permite ser dueñe de su propio pensamiento y acciones, y además asumir la responsabilidad de ello?

Tenemos que escuchar a les niñes

Lo que les adultes eligen hacer con sus vidas es una cosa. Pero les niñes aquí se quedan sin elección y se les engaña con una perspectiva extremadamente limitada sobre sus posibles preocupaciones y capacidades. Yo, y quienes conversan conmigo, tenemos una experiencia larga y diversa trabajando con niñes y jóvenes. Lo que vemos es esta visión patológica dominante sobre las luchas humanas. El punto de partida mismo para niñes y jóvenes con dificultades es que están enfermes. Sabemos que eso no es así. En cambio, tenemos un sistema que les enferma y que les deja menos preparades para tener éxito y asumir la responsabilidad de sus propias vidas. El discurso que pertenece al paradigma neuropsiquiátrico y de salud/enfermedad mental necesita repensarse. Sabemos muy bien que esto no es un barco que se pueda girar como queramos, pero sentimos el llamado de buscar un cambio. Así que el llamado inicial puede ser hacer lo que casi nadie hace hoy en día: ¡escuchar realmente a les niñes!

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