La eco-ira puede motivar a las personas hacia la acción colectiva contra el cambio climático, mientras que la eco-depresión y la eco-ansiedad erosionan nuestro bienestar.
Por José Giovanni Luiggi-Hernández, PhD
Un estudio reciente realizado por psicólogues australianes, publicado en el Journal of Climate Change and Health, encontró diferencias en cómo las reacciones emocionales al cambio climático impulsan la acción o la inacción.
El Dr. Stanley y su equipo descubrieron que las personas que experimentaban eco-ira tenían una mejor salud mental en comparación con quienes sentían eco-depresión o eco-ansiedad. Explican:
“También somos les primeres en demostrar que la eco-ira está asociada de manera única con una mayor participación en comportamientos proambientales tanto personales como colectivos, mientras que la eco-depresión y la eco-ansiedad no mostraron relación con el comportamiento personal. Además, la eco-ansiedad predijo una menor participación en acciones colectivas.”

Hoy en día, el cambio climático es una de las mayores amenazas para la vida, la salud y el bienestar de los seres vivos en el planeta. Al provocar un aumento de desastres naturales, el cambio climático puede impactar la depresión, la ansiedad, las reacciones traumáticas y los trastornos de salud mental crónicos y graves. Esto afecta de manera desproporcionada a los pueblos indígenas, quienes sufren con mayor severidad los cataclismos ecológicos. También impacta a las personas jóvenes, quienes pueden sentirse impotentes al no poder contribuir significativamente a los esfuerzos para proteger el planeta y son más propenses a desconfiar de los gobiernos para implementar los cambios y políticas necesarias.
Las personas también experimentan duelo ecológico al presenciar y sufrir las consecuencias actuales del cambio climático e imaginar las pérdidas futuras. Los efectos del cambio climático también influirán en el creciente número de suicidios.
Las investigaciones sugieren, además, que las personas que creen en la supremacía humana o en la dominación de les humanes sobre la naturaleza y los animales suelen respaldar creencias racistas y supremacistas blancas, tienen más probabilidades de sostener opiniones antiambientales y aprueban la explotación de animales y otres humanes. Por el contrario, quienes sienten empatía y preocupación por los animales y la naturaleza tienden a sentir más esperanza sobre el cambio climático y a participar más en acciones para enfrentarlo. Algunas formas de psicoterapia, como la eco-psicoterapia y la psicoterapia existencial, se han convertido en herramientas tanto para la sanación en medio de esta catástrofe como para fomentar la conexión con la naturaleza y la motivación para la acción climática.
Si bien ha habido un aumento en la investigación sobre la relación entre el cambio climático y la salud mental, ha sido fundamental destacar que el malestar climático no es un problema individual, sino uno que surge de las condiciones que el cambio climático genera (por ejemplo, aumento de desastres naturales, desigualdad de ingresos, destrucción del medio ambiente y muerte de animales y otres humanes, etc.). Además, al centrarse en las barreras psicológicas para la acción climática, muches psicólogues han pasado por alto los sistemas y estructuras que han provocado la crisis ecológica en primer lugar (por ejemplo, el neoliberalismo, la colonialidad, el antropocentrismo, etc.). A pesar de esto, la investigación psicológica y algunas formas de psicoterapia pueden servir en el proceso de motivar a las personas hacia la acción colectiva proambiental.
Les autores de De la ira a la acción: Impactos diferenciales de la eco-ansiedad, la eco-depresión y la eco-ira en la acción climática y el bienestar intentaron alejarse del enfoque previo en las emociones “positivas” y “negativas” ante el cambio climático, interesándose más en los aspectos motivacionales de las respuestas emocionales.
Les investigadores creían que experimentar eco-ira probablemente predeciría la acción climática debido a sus características energéticas y motivacionales. Al mismo tiempo, esperaban que la eco-depresión y la eco-ansiedad inhibieran la actividad, ya que generalmente conducen a la desactivación y la evitación. Además, se propusieron estudiar la relación entre la experiencia de estas emociones, el bienestar y la salud mental.
El equipo se enfocó en estudiar estas relaciones solo en personas que creían que la actividad humana influía en el cambio climático. No proporcionaron el número total de participantes en el estudio, pero informaron que el 55.5% de les participantes eran mujeres y el 44.2% eran hombres, con una edad promedio de 44.08 años. No se reportó la raza ni la etnicidad de les participantes, ni se tomó en cuenta a personas que se identificaban fuera del binario de género.
Para medir los resultados en salud mental, el equipo utilizó el DASS-21, que mide depresión, ansiedad y estrés con siete ítems para cada una de estas experiencias. También midieron las eco-emociones pidiendo a les participantes que calificaran en una escala del 0 al 100 hasta qué punto el cambio climático les hacía sentir deprimides, miserables, ansioses, temeroses, enfadades y frustrades. Es importante señalar que midieron la depresión, la ansiedad y el estrés de forma separada de la eco-depresión, la eco-ansiedad y la eco-ira. También evaluaron los comportamientos proambientales preguntando con qué frecuencia participaban en acciones personales y colectivas usando una escala de 0 (nunca) a 100 (en cada oportunidad).
Resultados del estudio
Los resultados sugieren que la eco-ira y la eco-ansiedad fueron las emociones más comunes en la muestra, mientras que la eco-depresión fue menos frecuente. Más específicamente, la emoción más reportada por les participantes en relación con el cambio climático fue la frustración. Además, presentaban niveles leves de depresión y niveles de ansiedad y estrés que no eran clínicamente preocupantes.
La eco-ansiedad y la eco-depresión se relacionaron con los resultados en salud mental. Es decir, a mayor eco-ansiedad y eco-depresión, también aumentaban la depresión, la ansiedad y el estrés. Por otro lado, la eco-ira se asoció con menores niveles de depresión, ansiedad y estrés. Además, les investigadores encontraron que todas las eco-emociones estaban interrelacionadas; cuando una eco-emoción aumentaba, también lo hacían las demás.
En términos de comportamientos, les participantes eran más propenses a involucrarse en acciones personales y rara vez en acciones colectivas. La única eco-emoción que predijo el comportamiento individual fue la eco-ira.
Les autores sugieren que:
“Experiencias más intensas de frustración e ira en relación con el cambio climático están asociadas con mayores intentos de tomar acciones personales para abordar este problema.”
Además, cuanto más experimentaban eco-ira y eco-depresión, más probable era que participaran en acciones colectivas. Por el contrario, la eco-ansiedad predijo una disminución en la participación en la acción colectiva y un mayor desapego de estos movimientos.
El Dr. Stanley y su equipo sugieren que la ira y la frustración ante el cambio climático son emociones adaptativas que impulsan a las personas hacia la acción personal y colectiva sin perjudicar su salud mental y bienestar. Por esta razón, recomiendan que los intentos de motivar a las personas a tomar acciones proambientales fomenten estas emociones por encima de la depresión y la ansiedad, las cuales pueden generar un mayor deterioro del bienestar. Escriben:
“Quienes abogan por la acción climática, así como las campañas de comunicación y educación pública, pueden tener más éxito si utilizan mensajes basados en la ira. Mientras tanto, los mensajes que generan ansiedad o depresión sobre el cambio climático pueden ser ineficaces o incluso peligrosos para el bienestar comunitario.”
Sin embargo, como han señalado otres investigadores, es importante experimentar el duelo y otras emociones ante la devastación ecológica y considerar factores más allá de las emociones individuales al reflexionar sobre la acción proambiental.
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Stanley, S. K., Hogg, T. L., Leviston, Z. & Walker, I. (2021). From anger to action: Differential impact of eco-anxiety, eco-depression, and eco-anger on climate action and well-being. The Journal of Climate Change and Health, https://doi.org/10.1016/j.joclim.2021.100003 (Link)