Las soluciones estructurales como los programas de transferencias monetarias podrían ser clave para reducir el malestar emocional en contextos donde los tratamientos tradicionales no logran resultados efectivos.
Por Laura López-Aybar, disponible en inglés aquí.
Un creciente cuerpo de investigaciones señala una intervención simple pero poderosa para mejorar la salud mental: entregar dinero a las personas a través de transferencias directas de efectivo.
Un nuevo estudio publicado en Health Policy and Planning encuentra que los programas nacionales de transferencias de efectivo (CT, por sus siglas en inglés) en Colombia, México y Sudáfrica están asociados con reducciones a largo plazo en los síntomas depresivos entre personas jóvenes adultas. Estos programas, diseñados para reducir la pobreza mediante pagos directos, parecen tener efectos colaterales más allá de la estabilidad financiera, aliviando el malestar psicológico, mejorando el bienestar y reduciendo la carga emocional de la privación.
Dirigido por la investigadora Anna Zimmerman y sus colegas, el estudio analizó datos representativos a nivel nacional de más de 15,000 participantes entre 18 y 30 años en los tres países. Los investigadores encontraron que cada año adicional que una persona permanecía inscrita en un programa CT se asociaba con una reducción del 4 % en la probabilidad de experimentar síntomas depresivos.
“La exposición temprana y prolongada a las transferencias de efectivo puede reducir el estrés financiero y psicológico tanto a nivel individual como del hogar”, escriben les autores. “Menores cargas financieras también pueden reducir el costo de oportunidad del tiempo para actividades que promuevan la salud mental, como hacer ejercicio o socializar con amistades”.
La pobreza obstaculiza la capacidad de las comunidades para enfocarse en la educación y el empleo, ya que desvía su atención hacia la satisfacción de necesidades básicas. Esta desviación conlleva a una reducción de oportunidades en la vida. Para abordar este problema, algunos países han invertido ingresos fiscales en apoyar a les miembres más desfavorecides de sus comunidades. Los programas de transferencias de efectivo pueden ser vitales para estas comunidades y ayudar a prevenir las consecuencias negativas que enfrentan las personas empobrecidas, especialmente jóvenes y niñes.

Los programas de transferencias monetarias, en los que las personas de una comunidad reciben dinero directamente, se utilizan en varios países como estrategia para reducir disparidades económicas, de salud y sociales. La estructura de estos programas varía según el país, dependiendo de condiciones y directrices específicas. Algunos son condicionados a la asistencia escolar, la vacunación u otros factores de salud pública, como los chequeos médicos regulares. Otros, en cambio, se otorgan de manera incondicional, con el único requisito de estar por debajo del umbral de pobreza o pertenecer a una población en situación de desventaja.
Aunque muchos países del mundo han implementado este tipo de estrategias, este estudio se centra específicamente en programas de México, Sudáfrica y Colombia.El estudio fue realizado principalmente por un equipo de investigación del Reino Unido, liderado por la investigadora Anna Zimmerman. Se utilizó información longitudinal para evaluar los efectos de los programas de transferencias monetarias sobre el bienestar emocional y la prevención del malestar psicológico en jóvenes. Además, se examinó el impacto a largo plazo de factores como el acceso a educación superior y empleo. Esta investigación forma parte de un análisis más amplio de diversos programas nacionales de transferencias monetarias, con el objetivo de comprender mejor sus efectos en las familias.El equipo de investigación analizó datos de 15,431 personas jóvenes entre los 18 y 30 años de tres países: 6,789 de México, 5,802 de Sudáfrica y 2,840 de Colombia. En los tres países, los programas CT se implementaron como política nacional, con estructuras y objetivos diversos:
Colombia – Familias en AcciónLanzado en 2002, este programa de transferencias condicionadas exige a les participantes cumplir con asistencia escolar y chequeos médicos regulares.
Fuente de datos: Encuesta Nacional de Salud Mental 2015Medición de síntomas depresivos: Self-Reporting Questionnaire (SRQ-20)
México – OportunidadesImplementado en 1997, Oportunidades también condiciona los beneficios al cumplimiento de controles médicos y asistencia escolar.
Fuente de datos: Mexican Family Life SurveyMedición de síntomas depresivos: Cuestionario Clínico para el Diagnóstico del Síndrome Depresivo (CCDSD)
Sudáfrica – Subvención para el Apoyo Infantil (Child Support Grant)Iniciado en 1998, este programa tiene un enfoque más amplio en la seguridad alimentaria y el bienestar infantil, sin imponer condiciones conductuales.
Fuente de datos: National Income Dynamics Study (NIDS)Medición de síntomas depresivos: CES-D-10
Al utilizar conjuntos de datos representativos a nivel nacional y herramientas de evaluación adaptadas culturalmente, el estudio ofrece una mirada comparativa poco común sobre cómo las intervenciones estructurales como las transferencias monetarias pueden influir en el bienestar emocional a largo plazo en distintos contextos sociales y políticos.Se recolectaron datos sobre empleo al finalizar la participación en los programas, los años inscritos en los mismos y el nivel educativo de les participantes. A través de análisis de regresión con efectos fijos, se comparó la relación entre los síntomas depresivos, el empleo y la educación en función del número de años dentro del programa.Los hallazgos revelan que los programas de transferencia monetaria se asocian con una reducción del 4 % en la probabilidad de presentar síntomas depresivos. Por cada año adicional de participación, el riesgo de síntomas depresivos disminuye otro 4 %. Sin embargo, no se encontró una asociación significativa entre estos programas y un aumento en el nivel educativo. Curiosamente, se observó una reducción del 11 % en el empleo entre quienes participaron en estos programas.
En conjunto, los programas de transferencias monetarias se asocian con una reducción significativa de los síntomas depresivos. No obstante, estos hallazgos también subrayan la necesidad de servicios complementarios enfocados en apoyar a les jóvenes en su búsqueda de empleo. Estos programas pueden beneficiar no solo a individuos, sino también a comunidades enteras, al reducir el estrés financiero y fomentar la cohesión social y comunitaria.Otros estudios han demostrado que las transferencias monetarias no solo alivian el malestar individual, sino que también fortalecen el bienestar colectivo al estimular las economías locales y reducir tensiones sociales. A diferencia de lo que temen algunas críticas, estos programas no generan dependencia ni disminuyen la motivación. De hecho, suelen aumentar la estabilidad y la capacidad de agencia, especialmente entre mujeres y jóvenes.
No cabe duda de que la pobreza está profundamente vinculada al malestar psicológico y a una reducción de la calidad de vida a lo largo del ciclo vital y entre generaciones. Estudios como este destacan la necesidad de ubicar las intervenciones para prevenir o mitigar el sufrimiento emocional dentro de un marco político y estructural. La pobreza adopta múltiples formas, incluyendo la pobreza energética —la imposibilidad de acceder adecuadamente a servicios de electricidad o calefacción—, la cual también se asocia con peores resultados en salud mental.
La pobreza no solo constituye una barrera estructural para el bienestar, sino que además es criminalizada y castigada, ampliando e intensificando su impacto en nuestras comunidades. Nacer en familias con privaciones económicas se asocia con una mayor probabilidad de desarrollar síntomas comúnmente etiquetados como psicosis o trastorno bipolar, así como con conductas suicidas.
Por último, múltiples estudios han evidenciado las limitaciones de la psicoterapia y la medicación para abordar el sufrimiento que proviene de la pobreza, lo cual resalta la urgencia de implementar intervenciones estructurales y de salud pública como los programas de transferencias de efectivo.
Para quienes están comprometides con construir un sistema de salud mental más humano, este estudio refuerza una afirmación clave: lo que muchas personas necesitan no son más diagnósticos, sino más dignidad, recursos y seguridad económica.
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Zimmerman, A., Avendaño, M., Lund, C., Araya, R., Diaz, Y., Sanchez Ariza, J., Hessel, P., Garman, E., & Evans-Lacko, S. (2024). The long-term effects of cash transfer programmes on young adults’ mental health: A quasi-experimental study of Colombia, Mexico and South Africa. Health Policy and Planning. https://doi.org/10.1093/heapol/czae102 (Link)

Laura López-Aybar es una sobreviviente de violencia psiquiátrica, intrafamiliar y de género. Posee un doctorado en psicología clínica de Adelphi University en Nueva York y hace investigación multi métodos en determinantes sociales de la salud emocional, primordialmente estigma, discriminación, violencia de género y cambio climático. Aboga abiertamente por experiencia personal y empírica por la abolición y reforma de los sistemas carcelarios, incluyendo el sistema de salud mental desde la práctica de la psicología crítica. Pueden encontrar más de su trabajo en su página de Instagram @aybarpsicologiacritica.