En esta conversación con la artista Jessica Fairfax Hirst, exploramos el proceso detrás de su pieza Botiquín de abstinencia, recientemente premiada en la Bienal Nacional de Artes Visuales de la República Dominicana. Hirst comparte cómo su experiencia personal de abstinencia y retirada de psicofármacos se convirtió en una obra multidisciplinaria que combina objeto, video y performance, cuestionando los discursos biomédicos sobre la salud mental. Desde una mirada crítica y humana, la artista reflexiona sobre el poder del arte para visibilizar los efectos de la medicalización, la falta de información sobre la abstinencia y los paralelos entre la industria farmacéutica, la crisis climática y las estructuras coloniales que las sostienen.
Por Laura López-Aybar

Laura: Gracias por enviarnos tu trabajo. Estoy muy feliz de que hayamos coincidido y tengamos este espacio, porque me parece algo muy necesario. Hace poco vi una pieza sobre el troubled teen industry, esos programas donde encierran adolescentes. Mostraban todas las pertenencias personales en bolsas guindando del techo, así como te las devuelven al final del programa. Me parece importante hablar de esto, porque muchas veces la clase artística adopta el discurso biomédico en vez de una línea más crítica.
Jessica Hirst: Yo comencé en esta línea biomédica porque no sabía diferente. Tuve mi primera experiencia con abstinencia a finales de los 90 y principios de los 2000, pero no sabía que era abstinencia. Todos los médicos me diagnosticaron con una “recaída” y un desarrollo de mi “enfermedad”. Yo entendí básicamente que siempre iba a ser una “súper enferma mental” como destino.
Me quedé así más de 10 años, súper inestable, con una angustia tan grande que yo quería estar muerta. Cuando comencé a hacer arte, pensaba que el error fue mío, tratando de dejar el antidepresivo.
Por eso entré en la línea biomédica: por ignorancia. Incluso aquí en Dominicana, en 2013–2014, hice una exposición llamada Medication. Ahora, años después, veo mi confusión, porque en el catálogo yo repetía el discurso biomédico —que ciertas personas tenemos que medicarnos—, pero estaba pintando telas grandes abstractas basadas en las fórmulas químicas de mis medicamentos, una exploración estética, tratando de entender qué estaba pasando.
Me tardó mucho llegar a una posición más crítica porque tenía tanto trauma y creía que los doctores tenían todas las respuestas. Eso cambió en 2021, cuando vi el documental Medicating Normal. Mi esposo lo vio doblado al español y me dijo: “Jessica, ven acá, creo que esta es tu historia”. Y tenía razón.

No soy yo: Olanzapina
Imagen Provista por Jessica Hirst Fairfax
Laura: Si quieres, cuéntame un poco cómo llegaste a esta pieza del “botiquín de abstinencia”. ¿Cómo la concebiste? ¿Cómo convertiste tu experiencia con el withdrawal, la abstinencia y el tapering en esta obra?
Jessica Hirst: En mi baño tengo un mini botiquín de madera MDF que hice con un artesano. Yo tomaba litio suspendido en líquido; me mandaban más del que necesitaba y se caducaba a los 90 días. Quedaban botellas viejas con ese líquido que se separa: abajo la sustancia blanca del medicamento y arriba el líquido transparente de la suspensión. Lo estuve observando durante meses. Un día se me ocurrió: ¿qué pasa si pongo mi foto donde está la etiqueta del medicamento? Así fui gestionando la idea en mi mente.
La Bienal Dominicana es la más vieja de las Américas; está en su edición 31. Para participar como extranjera hay que tener cinco años de residencia legal. Cada vez que renuevo mi residencia tarda un año entero, así que esta fue la primera vez que pude participar aunque vivo aquí desde 2012. Estaba súper emocionada y quería hacer algo al nivel de lo que podían aceptar.
Antes había hecho otra exposición basada en cajas grandes, collages tridimensionales con objetos. No tenía que ver con medicamentos, pero me gusta trabajar con composiciones de objetos cotidianos fuera de contexto. También confío en los “accidentes felices” y en la experimentación: no tengo un plan exacto, voy probando a ver qué pasa.
La sensación de abstinencia el año anterior a hacer esta pieza era como ahogarme: mis sentidos hipersensibles a ruidos, a lo visual, a la energía de la gente, al calor; además, una ansiedad física muy intensa, mucha dificultad en concentrarme en mi trabajo, una reacción a un antibiótico que me puso en un estado de agitación extrema por varios días, etc. Toda esa experiencia se convirtió en la idea de esta obra, de esa parte blanca más densa como arenas movedizas.
Laura: Como arenas movedizas…
Jessica Hirst: Exacto. Por experimentación, luego vino el video. Trabajo principalmente en performance desde hace muchos años, con la idea del cuerpo, el espacio y el tiempo como materiales, igual como la madera la pintura. Quería que se sintiera ese largo plazo del tapering, que son años.
Comencé a filmarme hace tres años haciendo este proceso diario: disolver la pastilla de bupropion en agua, medirla con jeringas, anotarlo. Los síntomas de abstinencia me causaban tanta confusión que a veces era difícil hacer las matemáticas más básicas para bajar un chin más cada día o semana y anotarlo. Estaba grabando eso durante varios años y cuando viajaba lo grababa en otros lugares para que, al verlo, se sienta cuánto tiempo toma. También hice acciones más performáticas. No sé si te mandé el video, te lo puedo mandar.
Laura: Creo que vi un clip donde salías enseñando la libreta, llenándola, pero no lo escuché tan largo como lo cuentas ahora.
Jessica Hirst: Sí, tomé todo eso y lo puse en timelapse, súper rápido, para que se sintiera el proceso. Te puedo mandar el link del video entero; dura como 3 minutos, no más. La gente no tiene tanta paciencia en una exposición.
Laura: ¿Y cuáles han sido las reacciones a estas piezas sobre tu proceso de abstinencia y retirada de medicamentos?
Jessica Hirst: Bueno, todavía estoy viendo eso. El fin de semana pasado estuve en Santo Domingo —yo vivo a 5 horas de ahí— y hablé con mucha gente. Aquí no hay mucha conciencia sobre la abstinencia de psicofármacos; no hablé con nadie que tuviera experiencia directa. Pero sí encontré muchas personas con críticas al sistema de salud en general. Me contaron experiencias con medicamentos para el asma u otras condiciones, y esa sensación de estar atrapados.
Algunas personas me decían que el sistema de salud gana más dinero con nosotros enfermos que con nosotros sanos, que no quieren que sanemos. Esa conciencia me sorprendió un poco, pero creo que tiene que ver con la corrupción: la gente no confía en las instituciones y los medicamentos son caros, no todo lo cubre el seguro. Entonces es más probable que se cuestionen: “¿Por qué tengo que tomar una pastilla todos los días por el resto de mi vida?”.
Laura: Claro, como cuestionar cuáles son las intenciones detrás de esto.
Jessica Hirst: Exacto. Ahora estamos tratando de organizar un evento en el museo en dos semanas con otros artistas para hablar de las obras. La pieza ganó un premio,y por eso ha aparecido en la prensa varias veces. Aunque yo puse un texto bastante didáctico en la pared, al lado de la obra, explicando el tema de abstinencia de psicofármacos en el contexto Dominicano, en los artículos sólo describen la obra en términos muy generales. Está bien, pero no mencionan nada específico de lo que hay detrás. El impacto de la pieza se queda en cuestionar esa sensación de dependencia de un medicamento para cualquier condición, no solo enfocada en salud mental.
Laura: Es interesante porque ahora veo más artículos en los periódicos sobre los efectos secundarios de los medicamentos y los síntomas de abstinencia y retirada. Se ha vuelto más común. A la vez, lo que me cuentas me recuerda esta tendencia de querer generalizar la psicología, ponerla como una condición física en vez de pensarla como parte de la experiencia humana dentro de las políticas y estructuras en que vivimos. Eso también es interesante porque lo siguen sacando un poco de contexto.
Jessica Hirst: Sí.
Laura: Y te pregunto: tienes fotos, tienes el video… ¿has hecho algún performance físico con tu cuerpo en el espacio? Sé que no estás allá, pero no sé si vayas a hacer algún tipo de intervención o si lo has hecho antes. ¿Por qué es importante para ti que esto se haga de forma multidisciplinaria?
Jessica Hirst: Bueno, no propuse nada de performance en vivo porque la comisión de la bienal puso un nuevo requisito para performance. Los artistas de performance aquí consideramos que esas reglas no son consistentes con la práctica de performance, que son más para teatro. Querían que hiciéramos el performance tres veces: para el jurado de selección, el de premiación y para la inauguración. Tenían otros requisitos que nos hicieron pensar: “Esto no es performance, esto es teatro”. Así que decidí no proponer nada en vivo.
Yo tengo varios performance sobre este tema. He hecho en Madrid, en Nueva York y uno en el Centro Cultural de España en Santo Domingo en abril, que se llamaba Psicofarm/atmosferica, que exploraba las conexiones en las raíces de este problema de los psicofármacos con la crisis climática. Pero en la bienal no pude proponer este tipo de intervención. Con la Plataforma Dominicana de Performance mandamos una carta abierta a la Comisión de la Bienal con nuestras críticas de las bases. Nos dijeron que van a tomar nuestras críticas en cuenta para la próxima bienal. Vamos a ver qué pasa.
Laura: Para mí, lo multidisciplinario también tiene sentido como analogía a la abstinencia: la abstinencia te consume completamente, te toca todos los sentidos, todas las bases, y necesita un enfoque multifacético, multisensorial. Por eso veo tu trabajo usando fotografía, video, audio, cuerpo, pintura, sangre, colores…
Jessica Hirst: Muy buen punto. En el futuro me gustaría volver a performance más inmersivos. Por ejemplo, hace años hice uno donde estimé cuántas pastillas había tomado por años y llené una cubeta e invité al público a meter las manos para sentir la textura de miles de cápsulas. También empecé a cubrir mi cuerpo con pastillas por lo multisensorial.
En un performance dos hombres representaban a psiquiatras y me cubrían con cápsulas vacías de colóres, pegadas con miel. Luego llamaban al público: “Vengan a tomar su medicina” como hacen a los pacientes en el hospital psiquiátrico . Ponían a la gente en fila y las personas tomaban una cápsula vacía desde mi cuerpo y tenía que ingerirla. En esta obra del botiquín de abstinencia hay foto, objeto, y video-performance, pero no es tan inmersivo como otras cosas que he hecho o me gustaría hacer.
Laura: Me gustó mucho el video. Cuando vi tu libreta con la lista pensé: “¡Wow, qué persona más responsable!”.
Jessica Hirst: No es que sea responsable; es que mi mente en abstinencia tenía todos los síntomas de déficit de atención y falta de memoria. Ni podía ver bien para medir en la jeringa. Yo trataba de no cometer errores, pero era un desastre. Siempre fui muy buena en matemáticas y ahora…
Laura: Uno puede visualizar el periodo de tiempo, lo sistemático que es este proceso. La gente cree que sabe, y no sé si a ti te pasó, pero estoy casi segura de que no te dijeron: “Si tratas de dejar los medicamentos esto es lo que te va a pasar, hay una posibilidad alta de que tengas todos estos síntomas”. Eso no se lo dicen a la gente.
Jessica Hirst: Exacto. Yo pienso en mi pieza y sé que hay personas en esa situación. Yo fui supuestamente al mejor psiquiatra de Santo Domingo y él me dijo: “No, esto no causa abstinencia”. Y yo: “Sí, yo tengo la experiencia”. Él insistía que no. Yo sé que hay pacientes de esos doctores que están en abstinencia y no lo saben. Si una o dos personas pueden ver mi pieza y por lo menos darse cuenta, ya vale.
Laura: Y además te dan más medicamento, ¿no?
Jessica Hirst: Eso es lo que me pasó a mí y a mucha gente.
Laura: Claro, te dan otro medicamento para quitar un efecto secundario y terminas con más efectos secundarios.
Jessica Hirst: Exacto. No he encontrado estadísticas claras sobre qué porcentaje de la población dominicana está medicada con psicofármacos. Creo que es mucho menos que en los Estados Unidos o en Europa, y eso hace quizás que menos gente pase por la abstinencia, pero es cierto que hay una falta de información y recursos.
Laura: También habrá un factor de estigma hacia buscar apoyo psicológico para el bienestar emocional.
Jessica Hirst: Sí, es un problema. Yo veo campañas para quitar el estigma y muchas veces están pagadas literalmente por las farmacéuticas para que no sientas vergüenza de ir a medicarse. Pero no es buscar ayuda terapéutica de hablar con una persona y procesar; es buscar medicamentos. Incluso hablé en el museo con alguien que está haciendo su pasantía para ser psicóloga en el hospital psiquiátrico y me dijo que no le gusta ver los efectos de los medicamentos en sus pacientes. Yo pensé: qué bien que tenga esa experiencia; cuando desarrolle su carrera quizá pueda apoyar de otra manera.
Laura: La última pregunta que te tenía es: tú eres especialista en política pública sobre cambio ambiental. ¿Cómo ves la relación entre estas políticas, el cambio climático, la salud mental y la industria farmacéutica?
Jessica Hirst: Yo veo muchos paralelos. Suena un poco cliché, pero es el capitalismo, la avaricia. Comencé mi carrera trabajando en política de cambio climático, viendo tantos años de trabajo, compromisos, y luego los países no cumplen con lo prometido ante la ONU. ¿Por qué? Porque un grupo reducido gana demasiado dinero con sistemas insostenibles, aunque dañen a la humanidad.
Con los psicofármacos pasa lo mismo: hay avaricia de dinero y de poder. Todo el sistema está construido sobre el manual diagnóstico, que es absurdo cuando lo miras. Incluso hice un performance hace años, Diagnosis: estaba en una oficina, entraba el público uno a uno, yo abría el DSM al azar, escogía un diagnóstico y lo leía completo a la persona. Eso se convertía en su “diagnóstico”.
No es solo la industria farmacéutica, también la bolsa, los inversores. Todo el sistema está hecho para mantener números altos sin importar los impactos reales de sus productos. ExxonMobil, las petroleras, las farmacéuticas… siempre lo mismo.

Imagen Provista por Jessica Hirst Fairfax
Laura: Justo salió un artículo que decía que la retirada no existe, y cuando investigaron, los psiquiatras que lo escribieron habían recibido miles de dólares de farmacéuticas.
Jessica Hirst: Exacto, yo vi eso. También tengo un libro que me gusta mucho, Crazy Like Us.
Laura: ¡Yo lo tengo!
Jessica Hirst: No me sorprende nada. El libro muestra cómo las farmacéuticas pagaron en Japón para crear la idea de la depresión occidental, que no existía así en su cultura. Hicieron que las personas pusieran sus emociones en las mismas cajas que Occidente. Es colonialismo.
Yo explico la crisis climática como un “colonialismo atmosférico”: ciertos países llenan la atmósfera de gases y afectan a todos los demás. Viene del consumo de Europa, Estados Unidos, ahora también China. Son muchos paralelos.
Laura: También se ha expuesto que pagan a influencers en redes sociales para normalizar diagnósticos y medicamentos.
Jessica Hirst: Sí, y es muy triste. Muchos jóvenes, con angustia real, terminan creando toda su identidad en base a un diagnóstico.
Laura: Es bien preocupante lo que está pasando.



Soy una artista multidisciplinar, discapacitada, y neurodivergente. Trabajo
principalmente en performance, video, instalación, collage 3D, y social practice. Creci
en las afueras de la capital delos Estados Unidos, y hice mis estudios en la Universidad
de Stanford en “sistemas de la Tierra,” y después trabajaba en la administración del
presidente Bill Clinton y vicepresidente Al Gore en política de cambio climático.
Sufría una abstinencia traumática de un antidepresivo a finales del siglo, lo cual me
forzó abandonar mi carrera política de medio ambiente, convertirme en profesora de
danza y coreógrafa , y con los años transformarme en Artista de Performance y visual.
Soy refugiada desde 2006 del hábitat tóxico de los Estados Unidos, habiendo vivido en
Nicaragua (2006-2009), España (2009-2012 y 2018-2020) y República Dominicana
(2012-2016 y 2020 – presente).
Trabajo con un proceso ampliado de creación de sitios específicos, sobre temas como
la neurodiversidad y otras formas de diferencia, los psicofármacos, problemas
sociopolíticos como los impactos continuos de las intervenciones de Estados Unidos en
América Latina, y varios aspectos de crisis climática y nuestro lugar en los ecosistemas
que habitamos. Sostengo que la crisis climática y los problemas con los psicofármacos tienen el mismo raíz – el capitalismo neoliberal, corporatista, corrupto, sin control ni conciencia ética. En mi arte y en mi vida intento hacerme consciente de mis privilegios y mi
programación cultural, intento entrar en colaboración con personas en mi comunidad en
la provincia de Puerto Plata. Siento que la comunidad aquí me ha permitido participar y
formar parte, con todos los retos y dificultades, en una manera muy distinta a mis
experiencias en los Estados Unidos.
He presentado performance, exposiciones, y he hecho residencias en países como la
India, Tailandia, Alemania, Reino Unido, España, Austria, Zimbabwe, Senegal,
Zimbabwe, Chile, Brasil, Finlandia, Serbia, Latvia, Tailandia, Colombia, Ecuador,
Mexico, República Dominicana, Italia, Nicaragua, Estados Unidos, y Japón, entre otros.
Además de mi título de Stanford, he estudiado en el Grupo de Energía y Recursos en
UC Berkeley, psicología en Johns Hopkins, Arte Contemporaneo en Metafora
Barcelona, y Arte de Práctica Pública en Otis College of Art and Design Los Angeles.
Botiquín de Abstinencia






Laura López-Aybar es una sobreviviente de violencia psiquiátrica, intrafamiliar y de género. Posee un doctorado en psicología clínica de Adelphi University en Nueva York y hace investigación multi métodos en determinantes sociales de la salud emocional, primordialmente estigma, discriminación, violencia de género y cambio climático. Aboga abiertamente por experiencia personal y empírica por la abolición y reforma de los sistemas carcelarios, incluyendo el sistema de salud mental desde la práctica de la psicología crítica. Pueden encontrar más de su trabajo en su página de Instagram @aybarpsicologiacritica.