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Carta De Una Madre a la Psiquiatría

Publicado por Mad in Finland.

Estimado equipo de servicios de salud mental,

Me pregunto por qué debo ser sometida a tratamiento forzado.

Durante años asistí regularmente a su consulta y tomé los medicamentos que me recetaron. Hasta que un día me di cuenta de que repetir siempre las mismas cosas con la terapeuta (principalmente sobre los medicamentos y mi nivel de actividad en la vida cotidiana) ya no me resultaba constructivo ni útil. Además, sentía que los medicamentos me transformaban en una persona rígida y sin voluntad. Quise poner fin al tratamiento. Pero ustedes se negaron por completo.

Sin embargo, había sido su paciente durante años, tiempo en el que cuidé, vestí, alimenté y saqué los gases de mi bebé. Fui al parque, jugué, cuidé, empujé el columpio. Llevé a mi hijx al jardín de infancia y fui a recogerle. Cociné, fui al supermercado y limpié. Viví esa vida cotidiana día tras día. Pero para ustedes eso no bastaba como prueba de que estaba bien.

Consideraron necesario perturbar la vida familiar con constantes notificaciones a los servicios de protección infantil (una y otra vez determinadas como innecesarias), con solicitudes de intervención de las autoridades y otros contactos, solo porque yo, la madre de la familia, que había vivido una psicosis posparto y había sido su paciente, ya no sentía que su tratamiento me sirviera o me resultara útil. Sentí que su tratamiento era paternalista y tuve que defender mis derechos, pero ustedes no quisieron escucharme. Según ustedes, “la madre no se cuida a sí misma” y está “falta de conciencia de enfermedad”, simplemente porque ya no quería sus medicamentos ni seguir asistiendo a sus consultas.

Me habría gustado que comprendieran que mi deseo de poner fin al tratamiento no surgía de una supuesta incapacidad para comprender mi situación, sino de la experiencia concreta de que no obtenía beneficios del tratamiento y de que no quería quedarme atrapada para siempre en el rol de paciente. Ese tipo de paternalismo, y los constantes intentos de contacto por parte del personal clínico, solo me generaban angustia. Por eso finalmente dejé de responderles. Ustedes interpretaron esto como una actitud “anti-tratamiento” y decidieron que era necesario llevarme en ambulancia a urgencias, en medio de mis quehaceres cotidianos, para que se evaluara mi estado mental.

Hoy, con mi hijx ya adolescente y autónome, echo la vista atrás y me doy cuenta de cómo ha pasado el tiempo. Ya no necesita tener a su madre siempre cerca, porque quiere vivir de pie sobre sus propios pies. Y yo veo que esos años se han desvanecido en una lucha constante entre mi voluntad y la suya, entre mi visión de lo que necesitaba y la suya, una lucha que me drenó profundamente. ¿De verdad consideran, estimades psiquiatras, que ese tipo de “tratamiento forzado” fue de apoyo para nuestra familia o para mi hijx? ¿O para mí? ¿De verdad llaman a eso una buena atención psiquiátrica?

Atentamente,
Una madre

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