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Por Qué la Teoría Polivagal es Especialmente Importante en Este Momento

Por Ronald de Caluwé para Mad in the Netherlands.

Estoy entusiasmado/a con la teoría polivagal. En este artículo hago una conexión con varios desarrollos actuales en la sociedad y describo cómo la teoría polivagal puede ayudarnos a encontrar caminos hacia posibles soluciones. Porque, ¿de qué sirve una teoría si no se vuelve visible o útil en la práctica?

La teoría polivagal trata sobre la comunicación entre el cerebro y el cuerpo. Nos ofrece una nueva perspectiva sobre el funcionamiento de nuestro sistema nervioso autónomo, lo cual permite explicar gran parte de nuestro comportamiento. Para ello, el profesor Stephen Porges, fundador de la teoría, formuló tres fundamentos:

1. Un orden evolutivo en cómo nuestro sistema nervioso autónomo maneja los desafíos

El estrés, así como actividades cotidianas como el trabajo, el deporte, el juego, la meditación o la intimidad, son todos desafíos —hasta llegar al estrés que amenaza la vida. Existen tres estados autónomos (descritos más adelante), en los que diferentes partes del sistema nervioso autónomo asumen el control principal, permitiendo una activación o respuesta adecuada según la situación. No se trata de estados que se activan o desactivan como un interruptor. Una mejor metáfora sería la de una consola de mezcla, donde el “volumen” de cada control deslizante se ajusta continuamente (*).

2. El concepto de neurocepción

Este es el sistema que trabaja 24 horas al día, a nivel inconsciente, en nuestro cerebro para determinar cuán seguros o amenazados nos sentimos. Esto, a su vez, determina qué estado autónomo se activa. La neurocepción es como la mano que controla la consola de mezcla, permitiéndonos tener la mejor respuesta posible ante la situación o desafío en el que nos encontramos.

3. Co-regulación

Nuestro sistema nervioso no funciona solo como un sistema individual, sino que también reacciona intensamente a señales sociales. A través de la conexión con otras personas nos sentimos más seguros, nos calmamos más rápido y podemos manejar mejor el estrés. Esto demuestra cuán importantes son las relaciones saludables y un entorno social seguro para nuestro bienestar. Las demás personas nos influyen, y nuestro estado autónomo también influye en ellas. Así es como distintas “consolas de mezcla” se ajustan entre sí.

Tres estados autónomos

Los tres estados autónomos que mencioné anteriormente, y que volverán a aparecer más adelante, son (en el orden en que se activan ante desafíos cada vez mayores):

  • El sistema de conexión social, también llamado vago ventral.
    Este sistema nos ayuda a estar en contacto con otras personas y a resolver problemas mediante la conexión social.
  • El sistema de movilización, también conocido como simpático.
    Este sistema nos proporciona la energía para entrar en acción. Si nos sentimos seguros, esto se manifiesta en el deporte y el juego; si nos sentimos amenazados, se convierte en conducta de lucha o huida.
  • El sistema de inmovilización, también llamado vago dorsal.
    Este sistema, en condiciones de seguridad, permite el descanso y la relajación —el llamado “descanso y digestión”. Pero si hay amenaza, provoca cierre, inmovilización o desconexión total (colapso), como una forma extrema de protección.

Si retomamos la metáfora de la consola de mezcla, y recordamos que estos tres sistemas no funcionan como interruptores de encendido/apagado, comprenderemos que existen combinaciones posibles. Por ahora no profundizaré en esos matices, pero si deseas saber más, puedes leer este [artículo].


Refinamientos recientes

La teoría polivagal explica que nuestro sistema nervioso autónomo, además de regular una gran cantidad de procesos fisiológicos, tiene una influencia clave en nuestro bienestar emocional. A través de procesos mayormente inconscientes, sentimos mayor o menor comodidad, y adaptamos tanto nuestro metabolismo como nuestro comportamiento. En la interacción con otras personas, se produce una sintonía mutua que puede generar bienestar (co-regulación) o, por el contrario, malestar (disregulación).

Al principio, la teoría se aplicaba principalmente al estrés y al trauma, y se centraba en los mecanismos de defensa como la lucha, la huida y el congelamiento, donde se suponía que un estado autónomo se “activaba” y otro se “desactivaba”.

En publicaciones más recientes, Stephen Porges y, sobre todo, Deb Dana —una terapeuta que ha hecho un gran trabajo al traducir la teoría polivagal a la práctica clínica— subrayan que la teoría no solo trata de la amenaza, sino también de la seguridad, del bienestar y su relación con la salud. Por eso, hoy sabemos que la metáfora de la consola de mezcla es más adecuada que la de interruptores de encendido/apagado.


La importancia de la teoría polivagal

Gracias a la manera en que hoy se escribe sobre la teoría polivagal, podemos tener una visión más clara de las implicaciones positivas que podría tener en la vida cotidiana. Al leer lo anterior, surge casi automáticamente la siguiente pregunta:

“Si sabemos que las personas que se sienten seguras son más saludables y felices, ¿qué podemos hacer para que las personas se sientan seguras?”

Por suerte, Porges plantea esta pregunta en varias de sus obras recientes. Y hay (al menos algunas) respuestas.


¿Seguridad?

Hablemos primero del concepto de seguridad. Podría escribir todo un libro sobre esto, pero en el contexto de este artículo, usaré la definición del médico y experto en trauma y adicciones Gabor Maté:

“La seguridad no es la ausencia de peligro, sino la presencia de conexión.”

Esto significa que la seguridad no puede definirse como un estado único que se aplique siempre y a todos por igual. Cualquier situación puede sentirse insegura si no hay conexión —incluso una conversación o una fiesta. A la vez, una situación físicamente amenazante puede no sentirse tan peligrosa si hay apoyo de las personas que nos rodean. Es suficiente con que la situación sea lo suficientemente segura como para mantener la conexión. Estas son las palabras que ahora utilizo en mis talleres y clases:

“¿Es suficientemente seguro este momento?”


Señales de seguridad

En realidad, sabemos bastante bien qué ayuda a la mayoría de las personas a sentirse seguras. En la interacción con otros, el lenguaje corporal, el movimiento, el tono de voz y las expresiones faciales juegan un papel crucial. También los estímulos sensoriales como ciertos colores o sonidos pueden relajar o, por el contrario, activar el sistema de estrés.

Por supuesto, existen diferencias individuales. Un estímulo que generalmente se percibe como seguro puede despertar inseguridad en alguien con muchas experiencias traumáticas previas. Aun así, en general podemos prever que un ruido fuerte asusta y que una voz melodiosa se percibe como más segura que un grito agresivo.


Reafirmación inconsciente

La teoría polivagal plantea que nuestra neurocepción se reafirma a sí misma constantemente. Es decir: cuando te sientes inseguro/a, es más probable que interpretes como amenazas señales que para otras personas serían neutras o incluso seguras. Esto, a su vez, mantiene el estado de alerta o activación.

Tal vez esta frase requiere reformulación porque es algo más compleja. Lo correcto sería decir:

Cuando tu neurocepción determina que tu sistema autónomo debe activar una respuesta defensiva, te vuelves más propenso/a a interpretar señales neutras como amenazantes, lo que mantiene tu estado de activación.

Todo este proceso de escanear, evaluar y ajustar el estado autónomo ocurre en su mayoría a nivel inconsciente. Luego, lo que sí notamos conscientemente es ese cambio, por ejemplo, cuando sentimos tensión o notamos que nuestra respiración se acelera.


📽️ El siguiente video lo ilustra de forma excelente. Dura solo un minuto.
Los primeros 30 segundos son algo intensos en volumen, así que asegúrate de tener el sonido activado… pero no demasiado alto.

“Ves el mundo a través de cómo te sientes”

Es decir: “Percibes el mundo según el estado de tu sistema nervioso autónomo.”
Y sí, afortunadamente también se da lo contrario de lo que describí antes. Como se muestra en la segunda mitad del video, una neurocepción de seguridad nos permite percibir mejor las señales de seguridad.

¿Por qué funciona así?

La verdad es que la naturaleza fue bastante inteligente al organizarlo así. Para sobrevivir, es fundamental que no pasemos por alto señales de peligro. Especialmente en tiempos antiguos, no captar una señal de amenaza podía costarte la vida. Nuestro sistema nervioso evolucionó para activarse rápidamente ante una posible amenaza, y permitir que la respuesta de relajación se active mucho más lentamente. Los organismos cuyo sistema funcionaba al revés —es decir, que se relajaban rápido pero tardaban en reaccionar al peligro— fueron devorados antes de dejar descendencia, y esos genes desaparecieron.

Por eso, necesitamos estar realmente seguros antes de poder relajarnos. Un falso positivo (es decir, una falsa alarma) es menos peligroso que un falso negativo (no detectar una amenaza real). Por eso nuestro sistema de estrés permanece activo más tiempo del necesario y nuestra neurocepción tarda más en darnos la señal de seguridad, permitiendo así que nuestro estado autónomo se regule y volvamos a la conexión y la recuperación, optimizando también nuestro metabolismo.


Estímulos paradójicos

Entonces, llegamos a la conclusión de que nuestro sistema nervioso autónomo está perfectamente diseñado para cumplir su tarea. Pero en la sociedad actual, puede resultar difícil registrar suficientes señales de seguridad.

Muchas personas no son conscientes de las contradicciones presentes en algunas señales que, en teoría, deberían transmitir seguridad. Por ejemplo: ¿qué pensar de ver guardias armados en un aeropuerto? El mensaje es doble: por un lado, “estamos aquí para protegerle”, lo que debería tranquilizarnos; pero por otro lado, también nos recuerda que “el mundo es peligroso”. Lo mismo ocurre con los detectores de metales y la presencia policial.

Esto, por sí solo, no es catastrófico, pero sí conviene tener presente que mantenemos la seguridad social con símbolos que también transmiten que, sin ellos, no estaríamos seguros. Y como la neurocepción se refuerza a sí misma, corremos el riesgo de entrar en un ciclo negativo. Sentimos más inseguridad, lo que nos lleva a implementar más medidas (con mensajes ambiguos), y eso refuerza aún más nuestra sensación de amenaza.


En la actualidad

Probablemente muchos lectores ya habrán notado que el mundo vive una serie de acontecimientos que nos sacuden colectivamente. Hay líderes con rasgos de trastornos de personalidad en el poder, y se está aplicando una táctica descrita por Steve Bannon (exasesor de Trump) como “flood the zone with shit”, es decir: inundar el espacio con tanta confusión que los demás (presentados siempre como enemigos) no sepan cómo reaccionar.

Eso es justamente lo que estamos viendo: la extrema derecha siembra caos, se aprovecha del miedo y utiliza la confusión para avanzar su agenda egoísta y miope. Los sectores moderados o progresistas quedan paralizados —literalmente congelados—. Mala combinación, porque ahora más que nunca necesitamos identificar señales de seguridad para regular nuestro estado nervioso.

Desde los medios tampoco llega alivio. La cobertura sensacionalista, los enfrentamientos, los expertos en pantalla que repiten lo grave que es todo… no hacen más que aumentar el miedo.

Resumen: La sucesión de hechos extraordinarios, la pérdida del civismo, la polarización política y los medios enfocados en el conflicto están sembrando miedo.
Nuestra neurocepción permanece más tiempo en alerta, encontrando razones para mantenerse activa.
La teoría polivagal, como se explicó anteriormente, da sentido a este fenómeno.


¿Qué podemos hacer?

La gran pregunta.
Ante un entramado tan complejo, sin duda no hay una solución fácil. Pero sí podemos empezar por lo que está a nuestro alcance. A continuación, distingo entre medidas a corto y a largo plazo.


A corto plazo

Este artículo trata, sobre todo, de lo que podemos hacer en nuestra vida cotidiana para dejar de sentirnos constantemente inseguros. En resumen:

  • La neurocepción es el proceso inconsciente mediante el cual evaluamos si estamos seguros o en peligro. Este sistema regula nuestro estado nervioso. Si la señal es “seguridad”, nos relajamos y nos conectamos con otros. Si es “peligro”, se activan respuestas defensivas como retraimiento, lucha, huida o congelamiento.
  • La neurocepción se refuerza a sí misma: si tu sistema detecta inseguridad, es más probable que interpretes incluso señales neutras como amenazantes, perpetuando así el estado de activación.
  • La vida nunca es 100% segura. Lo importante es sentirnos suficientemente seguros como para mantenernos en conexión social, desactivar el sistema de estrés y sostener nuestra salud.
  • Vivimos en una época de mucha incertidumbre. Recibimos más señales de amenaza de las que nuestro sistema nervioso puede manejar sanamente.
  • Eso lleva a una desconexión colectiva. Con nosotros mismos, con las demás personas y con el conjunto social.

Estrategias útiles

Tenemos dos caminos para autorregularnos mejor:

  1. Reducir las señales de amenaza.
  2. Aumentar las señales de seguridad.

Algunas acciones concretas:

  • Apaga las noticias.
    ¿Por qué mirar más de un noticiero al día? Repetir mensajes negativos no aporta nada y puede dejarte atrapado/a en la inseguridad.
    (Ver el noticiero en compañía puede ser regulador, pero no garantiza que tu sistema de conexión social se active).
  • Haz menos pantalla, más conexión.
    Ver menos televisión deja más tiempo para actividades que sí fomentan el vínculo y la calma.
  • Cuida tu cuerpo.
    El cuerpo estresado retiene tensión. A largo plazo, eso dificulta alcanzar estados de seguridad.
  • Desacelera.
    El sistema nervioso activo libera hormonas del estrés. Al ralentizar (caminar, hacer tai chi, meditar, mirar el cielo con una taza de té en la mano), envías señales de que estás a salvo.
  • Entrena tu mente.
    Cuidamos mucho nuestro exterior, pero no tanto nuestro interior. Observar pensamientos negativos o emociones repetitivas y aprender a suavizarlas puede cultivar la autocompasión.
  • Busca compañía.
    Si el problema es la desconexión, la solución empieza por reconectarnos. Co-regularnos. Darnos cuenta de que, en el fondo, todos queremos lo mismo: paz, aunque pensemos distinto. La conexión genera comprensión.
  • Lee y aprende.
    En la era de la inmediatez, los libros siguen siendo fuentes valiosas. La lentitud de la lectura refleja el proceso del autor: pensar, reescribir, afinar el mensaje. En los libros habita la sabiduría.

Todos necesitamos una práctica de autocuidado

Vivimos en tiempos caóticos, como siempre. En el pasado no había redes sociales ni calendarios saturados, pero había otras formas de peligro e incertidumbre. Aun así, probablemente hoy existan más factores que nos desequilibran emocionalmente.

Como no podemos controlar el mundo exterior, debemos aprender a regular nuestro mundo interior.
Como dice el artículo:

“En un mundo polarizado, plagado de noticias violentas y conflictos constantes, todas las personas necesitamos una práctica personal de sanación para sostener el equilibrio mental y la salud general.”

La buena noticia: hoy tenemos más herramientas para hacerlo que nunca antes.


A largo plazo

Además de lo que cada persona puede hacer, necesitamos restaurar la confianza en la política y en quienes la lideran.
Una propuesta sencilla: pruebas obligatorias de personalidad para quienes aspiren a cargos de poder. Necesitamos líderes que no solo hablen fuerte, sino que piensen a largo plazo, con empatía y visión colectiva.

Y claro, aún hay mucho por decir sobre reformas urgentes en educación, salud, justicia, adicciones, y sobre cómo reinsertar personas dañadas por el sistema. La teoría polivagal ofrece claves aplicables a todos estos ámbitos.


La teoría polivagal en la sociedad

A las nuevas generaciones de líderes, les deseo algo importante:
que estén informadas por la teoría polivagal.
Esta teoría nos muestra qué fomenta la seguridad, la conexión y el bienestar, y qué no.

Una simple pregunta debería estar al principio de cualquier agenda pública:

“Si sabemos que las personas que se sienten seguras son más felices y saludables, ¿qué podemos hacer para que las personas se sientan seguras?”

Esto podría guiar nuevas formas de organizar la educación, los sistemas de salud, la atención en adicciones, la justicia restaurativa y los servicios para personas vulnerables.

La teoría polivagal es, en esencia, la ciencia de la seguridad y la conexión.

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