Un nuevo estudio ha encontrado que las benzodiacepinas—incluyendo alprazolam (Xanax), lorazepam (Ativan) y diazepam (Valium)—están asociadas con un aumento en el riesgo de eventos suicidas.
Por Richard Sears – 10 de diciembre de 2024
Una investigación publicada en Psychiatry Research revela que el alprazolam, comercializado comúnmente como Xanax, está vinculado a un mayor riesgo de intentos de suicidio. De hecho, todas las benzodiacepinas analizadas en el estudio, incluyendo diazepam (Valium) y lorazepam (Ativan), también mostraron una asociación con un mayor riesgo de suicidio.
Buspirona, el único ansiolítico no benzodiacepínico examinado en la investigación, mostró una asociación significativamente menor con el riesgo suicida.
El estudio, liderado por Robert Gibbons de la Universidad de Chicago, también encontró que el riesgo de suicidio aumentaba un 5 % por cada mes de tratamiento con alprazolam.
Les autores escriben:
“El alprazolam se asoció con un aumento de más del doble en el riesgo de intentos de suicidio. Un análisis de duración-respuesta para la dosis modal (0.5 mg) mostró un aumento del 5 % en eventos suicidas por cada mes adicional de tratamiento. Análisis paralelos con benzodiacepinas de acción prolongada (diazepam) y de acción corta (lorazepam) encontraron asociaciones similares, mientras que el ansiolítico no benzodiacepínico, buspirona, mostró un riesgo significativamente menor y ningún aumento del riesgo en pacientes con antecedentes de intentos previos.”

La investigación actual fue diseñada para ser una indagación más rigurosa sobre estudios previos que mostraron un vínculo entre el alprazolam y el suicidio. Les autores quisieron emular un ensayo controlado aleatorizado que examinara la asociación entre el alprazolam y el suicidio, al mismo tiempo que realizaban un análisis paralelo de lorazepam, diazepam y buspirona.
Les autores utilizaron datos de las bases de datos MarketScan Commercial Claims and Encounters. Estas bases almacenan información sobre reclamaciones de hospitalización, consultas ambulatorias y prescripciones de personas usuarias de servicios de salud, recopiladas por más de 100 aseguradoras en los Estados Unidos. Las medidas de intentos de suicidio y comportamientos autolesivos se basaron en los códigos de la Clasificación Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados, en reclamaciones de servicios, diagnósticos y medicamentos relacionados con el riesgo suicida.
Los datos utilizados en este estudio fueron recopilados entre 2010 y 2020. Para ser incluides en la investigación, las personas usuarias de servicios de salud debían haber surtido una receta de alprazolam entre 2012 y 2019. Se excluyeron personas con prescripciones previas de alprazolam o intentos de suicidio en los últimos dos años, así como aquelles menores de 18 años.
Les participantes fueron seguides durante un periodo de hasta dos años. El seguimiento finalizaba cuando les participantes se daban de baja de su plan de seguro de salud, fallecían, intentaban suicidarse o se autolesionaban. En total, la investigación analizó datos de 2,495,520 personas usuarias de servicios de salud. Les autores compararon el riesgo de eventos suicidas durante los periodos en que les participantes utilizaban alprazolam con los periodos en que no lo utilizaban.
La mayoría de les participantes eran hombres (69.66%). El diagnóstico más común entre elles fue trastorno de ansiedad (43.85%), seguido por depresión (19.93%). Otros diagnósticos representados en la investigación incluyen trastorno por uso de sustancias (3%), TDAH (4.25%), esquizofrenia (0.15%) y trastorno bipolar (3.34%).
El 44.9% de les participantes tomaban antidepresivos junto con alprazolam. El 15.43% utilizaba relajantes musculares y el 10.89% tomaba un medicamento para el insomnio. Otros medicamentos que se tomaban en combinación con alprazolam incluyen fármacos para el TDAH (6.27%), antipsicóticos (4.26%), estabilizadores del ánimo (2.25%), gabapentinoides (5.99%), medicamentos para el trastorno por uso de alcohol (0.10%), fármacos para el trastorno por uso de opioides (0.81%), ansiolíticos no benzodiacepínicos (5.82%), antiepilépticos (4.22%) y medicamentos para dejar de fumar (1.26%).
Les autores estiman que el uso continuado de alprazolam está asociado con un aumento de 2.21 veces en el riesgo de eventos suicidas en comparación con la no utilización del fármaco. Cuando se excluyeron los casos de sobredosis de alprazolam, el riesgo de eventos suicidas seguía siendo más del doble (2.10).
Les participantes que utilizaban alprazolam sin un diagnóstico psiquiátrico tenían un riesgo de eventos suicidas más de tres veces mayor (3.04) en comparación con aquelles que tenían un diagnóstico, cuyo riesgo era de más del doble (2.24). Les usuaries de servicios de salud que tomaban alprazolam junto con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) tenían un riesgo de eventos suicidas duplicado (2.01) en comparación con aquelles que no usaban ISRS, quienes tenían un riesgo aumentado de 2.56 veces.
Todos los fármacos examinados en el análisis paralelo también estuvieron vinculados con un mayor riesgo de eventos suicidas. El diazepam, comercializado como Valium, mostró la asociación más significativa con un riesgo casi triplicado (2.87). El lorazepam (Ativan) estuvo asociado con un aumento de 1.83 veces en el riesgo de eventos suicidas. La buspirona, el único ansiolítico no benzodiacepínico analizado, mostró la asociación más baja, con un aumento de 1.25 veces en el riesgo de eventos suicidas. La buspirona no estuvo relacionada con un mayor riesgo de eventos suicidas en personas con antecedentes de intentos previos.
Les autores señalan que la tasa de eventos suicidas reportada en la investigación actual fue de 120 por cada 100,000 personas, significativamente menor que el promedio nacional en EE. UU., que es de 600 por cada 100,000 personas. Una posible explicación que proponen es la notificación incompleta de eventos suicidas en los datos de reclamaciones de seguros utilizados en la investigación.
Les autores reconocen varias limitaciones en el estudio. La investigación utilizó un diseño observacional, lo que significa que les participantes podrían no representar a la población general. Los datos de reclamaciones de seguros utilizados probablemente subestimen el número real de eventos suicidas. La prescripción de alprazolam podría haber coincidido con momentos en que les usuaries de servicios estaban experimentando niveles elevados de ansiedad, lo que podría haber contribuido a un mayor riesgo de suicidio. Dado que la investigación se basó en datos de reclamaciones de seguros en EE. UU., su generalización a otras poblaciones es limitada.
Les autores concluyen:
“Nuestros hallazgos indican que la ideación suicida debe ser monitoreada de cerca en personas a quienes se les recetan benzodiacepinas en general, tanto de acción corta como de acción prolongada, y que se consideren alternativas de ansiolíticos no benzodiacepínicos para el tratamiento de la ansiedad en personas con riesgo suicida.”
Investigaciones previas han vinculado el uso de benzodiacepinas con el suicidio, el daño cerebral y el desempleo o la discapacidad. Personas usuarias de servicios de salud han reportado efectos adversos asociados con estas sustancias, como fatiga, ansiedad y pérdida de memoria, incluso mucho tiempo después de haberlas dejado.
La Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos ha reconocido que las personas pueden desarrollar adicción a estos fármacos después de solo “varios días” de uso. La retirada de las benzodiacepinas puede ser devastadora y prolongada, con personas que aún reportan síntomas de abstinencia años después de haberlas suspendido.
****
Gibbons, R. et. al. (2024). Risk of suicide attempts and intentional self-harm on alprazolam. Psychiatry Research, 335(2024). (Link)

Richard Sears teaches psychology at West Georgia Technical College and is studying to receive a PhD in consciousness and society from the University of West Georgia. He has previously worked in crisis stabilization units as an intake assessor and crisis line operator. His current research interests include the delineation between institutions and the individuals that make them up, dehumanization and its relationship to exaltation, and natural substitutes for potentially harmful psychopharmacological interventions.
This study is concerning and highlights the serious risks associated with benzodiazepines like Xanax. Its crucial that doctors consider safer alternatives and closely monitor patients for suicidal thoughts. More research is needed, but this adds to the growing evidence of these drugs dangers.