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La Erre: Trauma, Resistencia y Memoria Colectiva en Escena

La obra “La Erre” es una narrativa surrealista que descompone el psiquis familiar y la memoria histórica puertorriqueña.

Por Luis López-Salgado

En “La Erre” escrita por Sylvia Bofill, Teresa Hernández interpreta a Teresa, matriarca de una familia, quien actualmente está en coma cuando al ser presentada por primera vez. La narrativa es no linear, sin seguir un order cronológico. De esta manera poco a poco conocemos más sobre los personajes, sus historias y relaciones interpersonales. 

Foto por Ricardo Alcaraz

Teresa vive traumada de haber sido testigo del asesinato de Antonia Martínez Lagares, estudiante de la Universidad de Puerto Rico y mártir de la causa estudiantil en 1970. En una actualidad donde como puertorriqueños vemos la llegada de una milicia estadounidense para hacer “ejercicios de logística” según Jenniffer González, los argumentos anti Guerra y colonialismo de Teresa tienen una dimensión adicional de relevancia. 

Observamos como existe un nivel de unidad entre Teresa y su nieto (Pedro Juan Colón) en como se hablan y se entienden, a pesar de que el hijo de Teresa (interpretado por Luis Rivera Figueroa) es un hombre de negocio despreocupado por las crisis de la actualidad puertorriqeuña ya que se llena los bolsillos de dinero vendiendo propiedad puertorriqueña El trauma incesante de Teresa no solo la afecta a ella sino también a sus hijos (Rivera Figueroa y José Eugenio Hernández), quienes deciden respectivamente normalizer su trauma como excentricidades e irse de Puerto Rico lejos de la familia. 

 “Surrealismo” y “expresionismo caribeño” fueron frases utilizadas por Bofill y el elenco para describir la pieza que se presenta en un estado onírico y no cronológico. La narrativa evoca tanto las emociones y frustraciones de la protagonista como su subconsciente a través de experiencias vividas y sueños. Hay movimientos coreografiados de movimiento y sincronización de audio colectivo entre el elenco. La “erre” extendida, la onomatopeya que le da título a la pieza, es un sonido descrito por los personajes como “canino” representa la molestia de la existencia y resistencia puertorriqueña contemporánea. 

Hay distintas dinámicas familiares que se representan, mostrando tanto alta conversación (espacio abierto donde hijos se sienten cómodos a dialogar con sus padres y juntos llegar a unos acuerdos) como alta conformidad (en este caso la palabra final lo tiene una figura parental masculina sin tomar en consideración la perspectiva femenina o de sus hijos.) Se representa una protagonista, y en el sentido macro, una familia disfuncional lidiando con heridas y traumas no resueltos que continúan hasta el día de hoy. 

Hay un brote psicótico de la protagonista que se convierte en un momento viral, con una pluralidad de voces tildando a Teresa de “loca” sin siquiera conocerla o tener un interés de entender la razón por la que se expresa de esta manera, mostrando el individualismo y la enajenación del boricua al caos que le rodea. El diseño escenográfico minimalista funciona muy bien y el diseño de sonido evoca tanto la tranquilidad marítima como el abrumador caos y pluralidad de voces en redes sociales. La obra triunfa como pieza teatral vanguardista en la forma que integra la historia del país con la deconstrucción del psiquis de Teresa.    

Para ver la obra en su próxima presentación pendientes a las páginas de Teatro Publico:

Website: https://www.teatropublicopr.org

Instagram y X: @teatropublicopr

Facebook: Teatro Público

Anteriormente también reseñamos la obra “Blanco Temblor”.

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