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Repensar la salud mental en Irlanda: ¿Por qué no un enfoque al estilo de Trieste?

Por Mark McCollum para Mad in Ireland.

Los servicios de salud mental en Irlanda, como en muchas partes del mundo, suelen ser criticados por estar excesivamente medicalizados, estar mal financiados y estar desconectados de las comunidades a las que pretenden servir. A pesar de inversiones significativas y desarrollos en políticas públicas, muchas personas que experimentan dificultades de salud mental siguen enfrentando barreras sistémicas para acceder a una atención holística centrada en la persona. En este contexto, el modelo de Trieste —un enfoque pionero originado en Italia— ofrece una alternativa convincente. Pero cabe preguntarse: si funciona tan bien en Trieste, ¿por qué Irlanda no ha adoptado un marco similar?

Comprendiendo el Modelo de Trieste

El modelo de Trieste, desarrollado en los años 70 bajo el liderazgo del psiquiatra Franco Basaglia, revolucionó la atención en salud mental al rechazar el sistema tradicional de asilos en favor de un apoyo centrado en la comunidad. La filosofía de Basaglia se basaba en los derechos humanos, la dignidad y la creencia de que las personas que atraviesan malestares psíquicos no deben ser institucionalizadas ni estigmatizadas, sino apoyadas para llevar vidas plenas y autónomas dentro de sus comunidades.

Las características clave del modelo de Trieste incluyen:

  • No existen hospitales psiquiátricos cerrados: Los hospitales tradicionales fueron desmantelados y reemplazados por centros comunitarios de salud mental abiertos las 24 horas, los 7 días de la semana.
  • Integración comunitaria: La atención se brinda en entornos no clínicos como centros comunitarios, hogares y lugares de trabajo, reduciendo el estigma y fomentando la inclusión.
  • Apoyo holístico: El modelo se centra no solo en el tratamiento médico, sino también en la vivienda, el empleo, la nutrición, las relaciones sociales y las aspiraciones personales. La nutrición, a menudo ignorada, es fundamental en este enfoque. Investigaciones emergentes destacan cómo la dieta afecta el estado de ánimo, la función cognitiva y el bienestar mental.
  • Atención colaborativa: Las personas usuarias son participantes activas en sus planes de atención, con un fuerte énfasis en el diálogo y la co-producción.

El enfoque de Trieste ha sido reconocido globalmente, influyendo en reformas de salud mental en varios países. Su éxito se refleja en tasas bajas de tratamiento involuntario, menos hospitalizaciones y altos niveles de satisfacción e integración comunitaria.

El contexto irlandés: ¿Dónde estamos?

La política de salud mental en Irlanda ha evolucionado con los años. A Vision for Change (2006) y Sharing the Vision(2020) establecen metas para un sistema comunitario centrado en la recuperación. Sin embargo, aún persiste una gran brecha entre las políticas y su implementación. A pesar de los compromisos con la desinstitucionalización, Irlanda sigue dependiendo en gran medida del internamiento, con estancias hospitalarias prolongadas en instalaciones obsoletas y mal dotadas de recursos.

Existen disparidades regionales significativas. El acceso a servicios comunitarios de salud mental varía según la ubicación, con zonas rurales como Donegal enfrentando graves carencias. Las listas de espera para terapias psicológicas pueden durar meses, y los servicios de crisis son inconsistentes o inaccesibles fuera de las ciudades.

Aunque el lenguaje de recuperación se ha integrado en documentos oficiales, la experiencia vivida por las personas usuarias revela un énfasis persistente en intervenciones biomédicas por encima de la atención holística. El resultado es que las personas en crisis encuentran servicios fragmentados que abordan síntomas, pero ignoran determinantes más amplios del bienestar, como la vivienda, el empleo significativo, la nutrición y la conexión social.

¿Por qué no Trieste? Barreras y malentendidos

Dado el éxito comprobado del modelo de Trieste, cabe preguntarse: ¿por qué Irlanda no ha adoptado un enfoque similar? Varios factores pueden explicar esta resistencia:

  1. Inercia institucional
    Los sistemas sanitarios son complejos y las reformas a gran escala enfrentan resistencias burocráticas. Las instituciones establecidas y jerarquías profesionales suelen mostrarse reacias a modelos que cuestionan dinámicas de poder arraigadas.
  2. Medicalización y aversión al riesgo
    Los servicios de salud mental en Irlanda siguen fuertemente influenciados por el modelo médico que prioriza el diagnóstico y la medicación. El enfoque de Trieste exige un cambio de paradigma hacia los determinantes sociales de la salud mental, algo que puede resultar incómodo para algunos profesionales y responsables políticos.
  3. Asignación de recursos y prioridades de financiación
    Aunque a largo plazo el modelo de Trieste es rentable, requiere una inversión inicial en infraestructura comunitaria, formación de personal y apoyo continuo. En Irlanda, la financiación suele destinarse a intervenciones de crisis y atención aguda, dejando desatendidos los servicios preventivos y comunitarios.
  4. Percepción pública y estigma
    Aunque ha habido avances en la sensibilización, el estigma persiste. El apoyo político y social a modelos comunitarios puede verse minado por prejuicios sobre la seguridad y eficacia de enfoques no coercitivos.
  5. Marcos legales y políticos
    El éxito de Trieste se basa en una sólida legislación italiana en derechos humanos, como la Ley 180 que abolió los hospitales psiquiátricos. La Ley de Salud Mental de Irlanda (2001), aunque en revisión, aún no garantiza plenamente los derechos de las personas usuarias.

¿Cómo podría Irlanda adaptar el modelo de Trieste?

Adoptar un enfoque al estilo de Trieste implicaría una reforma sistémica, pero no es imposible. Algunas medidas prácticas que Irlanda podría considerar:

  1. Centros comunitarios de salud mental 24/7
    Crear espacios integrales donde se ofrezcan servicios de salud mental junto con vivienda, empleo, nutrición y conexión social, en ambientes no clínicos y acogedores.
  2. Servicios co-producidos
    Incluir a personas usuarias y pares como actores clave en el diseño y ejecución de servicios. Su experiencia aporta conocimientos invaluables.
  3. Inversión en apoyos holísticos
    La salud mental también depende de tener un hogar, propósito y vínculos sociales. Deben financiarse programas de vivienda asistida, inserción laboral, educación nutricional y participación comunitaria.
  4. Reforma legal y enfoque basado en derechos humanos
    Modernizar la legislación irlandesa para alinearse con estándares internacionales como la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD). Las leyes basadas en derechos pueden impulsar un cambio cultural.
  5. Formación y cambio cultural
    Capacitar a profesionales en prácticas comunitarias, atención informada por trauma y manejo de crisis no coercitivo. También se debe integrar la educación sobre nutrición y salud mental. Cambiar la cultura requiere liderazgo en todos los niveles.

Un llamado a la acción

La salud mental no es solo un asunto médico, sino una cuestión social que requiere responsabilidad colectiva. Irlanda tiene la oportunidad de reinventar su sistema de salud mental, pasando de una atención medicalizada y orientada a la crisis, a un modelo comunitario compasivo que verdaderamente apoye la recuperación y la inclusión.

El modelo de Trieste ofrece una hoja de ruta basada en la dignidad, el respeto y la humanidad. Entonces, ¿por qué no Irlanda? No es una pregunta retórica, sino un desafío a responsables políticos, proveedores de servicios y comunidades para derribar las barreras sistémicas que impiden un cambio significativo. La atención en salud mental no debe limitarse a gestionar síntomas, sino a apoyar vidas con sentido, en comunidad y libres de estigma. Esto implica reconocer todos los aspectos del bienestar, incluida la nutrición. Ya no es tiempo de cambios graduales. Irlanda debe atreverse a adoptar un nuevo paradigma que ponga a las personas, no solo los diagnósticos, en el centro del cuidado.

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