Un nuevo estudio publicado en Brain Sciences encuentra que la contaminación lumínica está relacionada con alteraciones del sueño, síntomas depresivos, síntomas bipolares y conductas suicidas.
Escrito por Richard Sears y publicado originalmente en inglés en Mad in America.
El estudio, liderado por Giulia Menculini de la Universidad de Perugia en Italia, informa que la luz artificial durante la noche (ALAN, por sus siglas en inglés) está asociada tanto con el desarrollo de nuevos síntomas depresivos, bipolares y suicidas, como con el empeoramiento de síntomas ya existentes. Lxs autores creen que esta relación se debe principalmente a que la ALAN reduce la calidad del sueño y altera los ritmos circadianos.
Los hallazgos sugieren que una planificación urbana deficiente podría ser un factor detrás del deterioro en la salud mental. Lxs autores proponen que se diseñen ciudades más habitables con iluminación ecológica como una posible solución al aumento del riesgo de problemas de salud mental asociado a la luz artificial. Este estudio —y otros similares— cuestionan la narrativa dominante en las disciplinas “psi”, que presenta los “trastornos mentales” como problemas individuales que deben ser tratados con intervenciones individuales como fármacos o psicoterapia. Cada vez más, lxs expertxs señalan problemas estructurales que requieren soluciones estructurales.
Lxs autores escriben:
“Los resultados de esta revisión narrativa apuntan a una asociación entre la contaminación lumínica y los problemas de salud mental. En particular, el aumento de la exposición a la contaminación lumínica —tanto en interiores como en exteriores— parece tener un efecto negativo en la calidad del sueño en poblaciones de diferentes edades, incluyendo grupos vulnerables como adolescentes y personas mayores. Tal como se había planteado, el incremento en la exposición a ALAN en interiores y exteriores parece estar relacionado con la aparición de síntomas del estado de ánimo y con el agravamiento de trastornos preexistentes, como se ha demostrado en el caso del trastorno bipolar.”

Objetivo del estudio
El estudio tuvo como objetivo explorar los efectos que la contaminación lumínica puede tener en la salud mental. Lxs autores se centraron en síntomas y trastornos afectivos, como la depresión y el trastorno bipolar. Para ello, realizaron una revisión narrativa de la literatura científica existente que ofreciera una visión general del conocimiento actual sobre el tema.
Para ubicar los estudios incluidos, usaron los siguientes términos de búsqueda en bases de datos en línea:
- “light pollution”
- “artificial light at night”
- “mental health”
- “affective disord*”
- “mood disord*”
- “anxiety disord*”
- “circadian rhythm*”
- “sleep disturb*”
- “sleep disord*”
Incluyeron investigaciones que examinaron los vínculos entre contaminación lumínica y salud mental, enfocándose en síntomas y trastornos afectivos como posibles efectos de la exposición a la luz artificial. Se excluyeron revisiones, manuscritos de opinión, cartas al editor, reportes de caso y estudios publicados en otros idiomas distintos al inglés. También se descartaron estudios sin medidas clínicas y aquellos centrados en plantas o animales. En total, se incluyeron 18 estudios.
Los niveles de ALAN se midieron comúnmente mediante imágenes satelitales, cantidad de lámparas en el dormitorio y niveles de luz en las habitaciones. La herramienta principal para evaluar la calidad del sueño fue el Índice de Calidad del Sueño de Pittsburgh, aunque también se usaron medidas subjetivas, como preguntar directamente a lxs participantes sobre su sueño. Para evaluar la salud mental, se usaron instrumentos como la Epidemiologic Studies Depression Scale, el Patient Health Questionnaire, la Geriatric Depression Scale, el General Health Questionnaire y el Cognitive Failures Questionnaire.
Contaminación lumínica y sueño
Ocho estudios encontraron una relación entre la contaminación lumínica y la mala calidad del sueño. Las luces dentro y fuera de los hogares afectaban negativamente el descanso. Un estudio halló que dormir con luces encendidas en interiores se asociaba con mayor excitación y menor sueño REM. Otro halló que lxs niñxs que vivían en zonas con alta contaminación lumínica exterior dormían menos, se despertaban más durante la noche y tardaban más en quedarse dormidxs.
Reducir la exposición a la luz nocturna, especialmente de celulares, mejoró la calidad del sueño en estudiantes de entre 20 y 22 años. En personas mayores de 60, la exposición a ALAN se relacionó con mayor uso de medicamentos para tratar el insomnio. Un estudio en China encontró que veteranos expuestos a ALAN exterior reportaban peor calidad de sueño, especialmente si también estaban deprimidos.
Contaminación lumínica y salud mental
Varios estudios incluidos encontraron relación entre la contaminación lumínica y el deterioro de la salud mental. En Corea del Sur, se halló una fuerte relación entre ALAN exterior, depresión y conductas suicidas en personas adultas. En Países Bajos, un estudio halló que a mayor ALAN, mayores los síntomas depresivos. En Japón, la luz artificial en los dormitorios se vinculó con síntomas depresivos.
Otros estudios encontraron que niveles elevados de luz nocturna se asociaban con síntomas severos de depresión, ansiedad y exposición prolongada a ALAN. Dos estudios encontraron que la ALAN en interiores se relacionaba con síntomas maníacos en personas con trastorno bipolar. Además, estudios anteriores ya habían vinculado la exposición temprana a ALAN con una edad de inicio más joven del trastorno bipolar.
Limitaciones
Lxs autores reconocen varias limitaciones. Muchos estudios evaluaron síntomas depresivos a través de autoinformes, lo que aunque valioso, puede introducir sesgos. No se consideraron los hábitos individuales de sueño ni la higiene del sueño, por lo que no se puede distinguir con claridad si los cambios en el descanso se deben a esos factores o a la contaminación lumínica. Además, los estudios se realizaron en poblaciones adultas de diferentes edades sin considerar cómo el sueño cambia con la edad. Las regiones geográficas también variaban en calidad e intensidad lumínica.
Conclusión
“La contaminación lumínica debe considerarse entre los determinantes de la salud mental en contextos urbanos. La investigación sobre trastornos del estado de ánimo en la era posmoderna no debe subestimar los efectos de la urbanización y debe tener en cuenta los daños que distintas formas de contaminación tienen en el desarrollo y agravamiento de estos trastornos. Esta relación es compleja y debe considerar factores como la exposición individual y la percepción del riesgo. Aunque se esperan estudios futuros que clarifiquen mejor los efectos de la contaminación lumínica sobre los trastornos afectivos, los resultados de esta revisión sugieren que construir ciudades más habitables que protejan la salud pública debería incluir iluminación ecológica, junto a otros factores, según los principios de sostenibilidad.”
Investigaciones anteriores ya han encontrado que crecer en ambientes urbanos altera la respuesta al estrés. Se ha relacionado la vida urbana con síntomas más severos de psicosis y un riesgo 2.5 veces mayor de recibir un diagnóstico de esquizofrenia. Vivir cerca de espacios verdes se ha asociado con menos recetas de antidepresivos y menor riesgo de psicosis. Un estudio halló que añadir vegetación en zonas urbanas mejora la salud mental, especialmente en personas con bajos ingresos.
La contaminación del aire —común en ambientes urbanos— también se ha vinculado con depresión, ansiedad y un aumento en hospitalizaciones por salud mental. Además, se ha demostrado que la exposición prenatal a la contaminación del aire incrementa los riesgos para la salud mental, perjudica el desarrollo cerebral en jóvenes y se relaciona con trastornos psicológicos en la infancia.
****
Menculini, G.; Cirimbilli, F.; Raspa, V.; Scopetta, F.; Cinesi, G.; Chieppa, A.G.; Cuzzucoli, L.; Moretti, P.; Balducci, P.M.; Attademo, L.; et al. Insights into the Effect of Light Pollution on Mental Health: Focus on Affective Disorders—A Narrative Review. Brain Sci. 2024, 14, 802. (Link)

Richard Sears teaches psychology at West Georgia Technical College and is studying to receive a PhD in consciousness and society from the University of West Georgia. He has previously worked in crisis stabilization units as an intake assessor and crisis line operator. His current research interests include the delineation between institutions and the individuals that make them up, dehumanization and its relationship to exaltation, and natural substitutes for potentially harmful psychopharmacological interventions.


