Resumen preparado por Darren Huertas Rodríguez.
Este artículo por Michaela Loughran, de “The Tufts Daily”, describe cómo la experiencia de personas usuarias de servicios de salud mental se compara con la experiencia de estar encarcelado. En ambas instancias se reporta una falta de ética, teniendo condiciones abrumadoras para las personas usuarias de servicio, como comida sin gusto o sabor, camas con matres duros y baños con una falta de privacidad. Las personas que están buscando ayuda psicológica, son tratadas como prisioneros, llevando a que se sientan culpables y aislades, verdaderamente creyendo que merecen estar encarcelades. El artículo nota que la gran mayoría de las personas hospitalizadas no son violentas, pero se les trata como si lo fueran
En adición al impacto psicológico en las personas usuarias, también hay efectos físicos. Estos hospitales no fomentan un ambiente seguro para las personas usuarias, en particular para las mujeres, siendo un ambiente que fomenta el comportamiento sexual inapropiado y hostil contra las personas hospitalizadas. A este sentimiento de falta de seguridad se le suman las restricciones de horas de visita, no solo restringiendolos a dos visitantes por semana, sino que también limitando su acceso al mundo exterior y a las llamadas. Todo esto, crea un ambiente que no es propicio para la experiencia de recuperación. El artículo culmina señalando que a las personas usuarias de servicios, se les debe de dar un espacio para poder expresar sus experiencias negativas libremente. Además, debe haber más empatía por parte de les proveedores de servicio y condiciones de comodidad en relación a sus necesidades básicas. Se resalta que es importante que estas instituciones cuiden propiamente a estas personas, ya que están tomando un paso para mejorar su salud mental, no se les debe de hacer sentir que no tienen apoyo o que siempre permanecerán estancades en esa realidad.
Pueden leer el artículo original en inglés aquí.
