Un nuevo estudio explora cómo organizadores y profesionales de la salud están creando alternativas comunitarias y no carcelarias para la atención de emergencias psiquiátricas.
Por Ashley Bobak, PsyD – 24 de junio de 2025 en Mad in America
Las críticas a los enfoques medicalizados de las emergencias de salud mental que involucran a las fuerzas del orden son generalizadas, pero en la práctica existen pocas intervenciones comunitarias alternativas.
Un nuevo artículo publicado en el Journal of Humanistic Psychology utiliza entrevistas de investigación cualitativa para ofrecer perspectivas desde el campo, examinando cómo un pequeño pero creciente grupo de organizadores y profesionales de la salud está construyendo enfoques radicalmente diferentes para la atención de emergencias.
Las autoras, Jenny Logan del Brooklyn Institute for Social Research (y Mad in America) y Gianna D’Ambrozio de la University of Massachusetts Boston, identifican compromisos compartidos y obstáculos comunes entre quienes trabajan para transformar la respuesta a crisis de salud mental:
“Los enfoques dominantes ante crisis de salud mental en Estados Unidos son coercitivos y dañinos. Estos enfoques se basan en un modelo medicalizado de salud mental que considera la agencia individual como subordinada a la necesidad de tratamiento. Los enfoques medicalizados pueden llevar a tratamientos psicofarmacológicos forzados cuya base de evidencia está comprometida por las relaciones entre la industria y la academia. Esto ha provocado una sobreestimación de los beneficios y una subestimación de los daños de los fármacos psicotrópicos, lo que socava el proceso de consentimiento informado.”

Además de vulnerar la autonomía, las intervenciones medicalizadas han demostrado afectar desproporcionadamente a comunidades racializadas y personas de bajos ingresos. Otras investigaciones han vinculado la institucionalización de personas consideradas “enfermas mentales” con otras formas de control estatal, como el complejo industrial carcelario.
Las personas con diversidad funcional, especialmente aquellas racializadas, han estado históricamente en mayor riesgo de experimentar opresión mediante “tratamientos” psiquiátricos forzados, los cuales disuaden de buscar ayuda en el futuro y de expresar ideación o intención suicida para evitar nuevos internamientos involuntarios.
La atención “alternativa” al tratamiento coercitivo abarca una amplia gama de servicios, algunos como transiciones desde tratamientos intensivos y otros completamente fuera del sistema médico, que incluso rechazan el modelo médico.
Los servicios que caben bajo el paraguas de atención alternativa incluyen:
- Respuesta comunitaria a crisis, más alineada con la atención médica formal, que consiste en equipos de respuesta a crisis.
- Servicios estructurales, de carácter preventivo, que intentan contrarrestar la violencia sistémica ofreciendo, por ejemplo, apoyo legal o vivienda.
- Apoyo entre pares, como Alcohólicos Anónimos.
- Servicios mixtos entre pares y profesionales, como Parachute NYC, que busca prevenir hospitalizaciones mediante apoyo combinado de especialistas pares y profesionales de salud mental.
- Modelos de recuperación, que enfatizan ayudar a la persona a crear una vida significativa, en lugar de centrarse únicamente en la reducción de síntomas.
El estudio piloto actual sirvió como una investigación inicial sobre las racionales centrales de la atención alternativa, examinando motivaciones, métodos prácticos y desafíos de quienes implementan estos sistemas. Para ello, Logan y D’Ambrozio realizaron entrevistas semiestructuradas con organizadores y profesionales.
Participantes: cinco personas activas en organización comunitaria o desarrollo de alternativas a la atención de emergencias convencional, incluyendo una directora, un/a asistente legal y un/a psiquiatra.
Tras las entrevistas, se identificaron tres grandes temas:
- Puntos en común en conceptos y principios que guían su trabajo.
- Influencias ambientales y sociales.
- Barreras para cumplir sus misiones y/o crear sistemas alternativos sostenibles.
En el tema de puntos en común, surgieron tres subtemas:
- Cómo definen lo “alternativo”.
- Políticas que orientan su labor.
- Cómo la posición social y el privilegio influyen en el desarrollo y la provisión de servicios.
Aunque no todas las personas describieron su trabajo como “alternativo”, quienes sí lo hicieron coincidieron en tres componentes clave:
- Redirigir fondos lejos de la policía en respuestas a crisis.
- Construir apoyo entre pares y comunidad.
- Enfatizar la prevención.
Una participante, directora de apoyo comunitario, describió cómo su programa opera completamente sin intervención policial:
“Fuimos fundados explícitamente, completamente desvinculados de los servicios de emergencia policial. No llamamos al 911… a menos que nos llamen y nos digan: ‘esto es lo que necesito ahora’. Entonces les explicamos todas las posibles cosas que pueden pasar al llamar al 911… Entendemos muy bien que la intervención policial no consensuada agrava la crisis, el trauma, la violencia, y no aborda los factores culturales y estructurales responsables… Ese es uno de los marcos realmente distintos; no es solo ‘cómo salvamos esta vida’, porque en realidad esa intervención puede no hacerlo, incluso si en el momento lo parece.”
Reducción de daños, autodeterminación, responsabilidad y oposición a la vigilancia fueron políticas que guiaron el trabajo de los participantes. Subrayaron la importancia de reconocer los daños del sistema de salud mental, respetar la autonomía y construir confianza con quienes reciben apoyo.
El privilegio y la posición social aparecieron de forma explícita y sutil. Algunas personas reconocieron sus ventajas; otras reflejaron estas en sus posturas, como favorecer políticas dirigidas por expertos sobre aportes comunitarios. También se señaló cómo las personas con discapacidades psicosociales suelen ser excluidas, especialmente ante barreras como la falta de vivienda. Una participante observó que muchas personas en atención alternativa son blancas, ya que a menudo tienen los recursos para aceptar trabajos mal pagados. Para contrarrestar la exclusión, algunas priorizan liderazgo de personas con experiencia vivida y grupos subrepresentados.
Influencias ambientales y sociales incluyeron experiencias personales de daño por el sistema, participación en comunidades activistas y deseo de abordar inequidades estructurales, como la falta de acceso a vivienda, seguridad económica y apoyo social.
Una directora de apoyo comunitario reflexiona sobre su experiencia personal:
“He visto esto en mi familia. Mi papá sufrió una detención psiquiátrica involuntaria, lo cual fue realmente traumático. Estos son sistemas rotos de los que dependemos, y eso solo es así si no construimos alternativas. Para mí, ver eso en mi familia y saber lo dañino que fue fue muy duro. Muchas de mis amistades, mi comunidad y parejas han pasado por internamientos 51/50… En la comunidad trans, perder a tantas amistades y ex parejas por suicidio debido a la falta de verdaderos sistemas de apoyo ha sido una gran parte de mi vida.”
Obstáculos:
- Financieros, como fondos limitados para enfoques no coercitivos y requisitos institucionales que perpetúan problemas sistémicos.
- Cooptación, cuando organizaciones dominantes (como instituciones de salud) toman ideas de grupos comunitarios o de pares y las usan de forma ineficaz, profundizando la desconfianza.
- Participación comunitaria, incluyendo dificultad para reclutar voluntariado, mantener interés comunitario y lograr consenso en políticas.
Fortalezas del estudio: diversidad de experiencias (derecho, psicología clínica, trabajo social).
Limitaciones: bajo involucramiento comunitario en el diseño, tamaño de muestra pequeño y poca representación racial.
Recomendaciones: incorporar más participación comunitaria (consejos asesores, reclutamiento diverso, métodos mixtos) y ampliar la representación racial y étnica.
Conclusión de las autoras:
“Sin educación pública institucionalizada sobre los principios y mecanismos de la atención no carcelaria, los profesionales médicos y de salud mental corren el riesgo de reproducir los mismos sistemas dañinos que generan malestar psicológico. Esta falta de educación no es un fallo de quienes brindan atención fuera del sistema formal, sino producto del desinterés histórico y la desvalorización de la atención alternativa por parte de la medicina y la academia. El presente estudio muestra que existe interés de colaborar con investigadores para educar a proveedores y usuarios de servicios sobre la variedad de opciones fuera del sistema formal.”
El trabajo crítico de Logan y D’Ambrozio se suma a la creciente literatura que aboga por enfoques alternativos y no coercitivos para acompañar a personas en crisis de salud mental.
Otros estudios cualitativos han encontrado que las personas en crisis desean conexión y apoyo individualizado, no protocolos impersonales y estandarizados. La atención convencional a menudo genera invalidación y malentendidos, lo que puede agravar la desesperanza y la indefensión que motivaron la búsqueda de ayuda.
La investigación también respalda limitar la participación policial en crisis de salud mental. Los equipos de co-respuesta policía-salud mental pueden reducir el riesgo inmediato de encarcelamiento, pero múltiples autores proponen separar por completo la respuesta en salud mental de la policía, especialmente por los daños en personas negras y otras minorías raciales/étnicas.
En conjunto, esta investigación demuestra la necesidad de una reforma profunda en la forma de atender las crisis de salud mental, incluyendo el desarrollo de enfoques no coercitivos, construidos por personas con experiencia vivida y que respeten la autonomía individual como puntos de partida esenciales.
****
Logan, J., & D’Ambrozio, G. (2025). “It’s possible and there’s people doing it now”: Examining experiences of organizers and health professionals in creating community-based alternatives to emergency crisis care. Journal of Humanistic Psychology. https://doi.org/10.1177/00221678251337495 (Link)

Ashley Bobak is a licensed psychologist and earned her doctoral degree in Clinical-Community Psychology from Point Park University. She is interested in the intersections of philosophy, history, and psychology and is using this intersection as a lens to examine substance addiction. She hopes to develop and promote alternative approaches to conceptualizing and treating psychopathology that maintain and revere human dignity.