Publicado originalmente en Mad in Norway, escrito por Magnus Hald.
Tres psiquiatras han omitido mencionar la débil base de conocimiento detrás del tratamiento electroconvulsivo. La psiquiatría debería trabajar más bien en desarrollar alternativas terapéuticas mejor documentadas, escribe su colega Magnus Hald.
La entrada fue publicada por primera vez como artículo de debate en Aftenposten el 23 de abril de 2025, y se reproduce aquí con permiso.
Tres psiquiatras escribieron en Aftenposten el 13 de abril que «El efecto de la TEC es indiscutido» y «funciona mejor que los medicamentos». El tratamiento no es «dramático ni muy invasivo», y por lo tanto, según ellos, es incorrecto usar el término «electroshock».
Los tres, por supuesto, saben muy bien que la terapia electroconvulsiva (TEC o ECT) es controvertida, invasiva y tiene un efecto poco documentado. En las directrices nacionales sobre el uso de la terapia electroconvulsiva, todas las recomendaciones relacionadas con la eficacia del tratamiento están clasificadas como «débiles», y la base de conocimiento se considera de «baja calidad».
Con la TEC se expone el cerebro a una descarga eléctrica para provocar una convulsión epiléptica generalizada. Las convulsiones que se producen se suprimen hoy mediante anestesia y relajantes musculares, de modo que se evitan dolores, desgarros musculares y fracturas. Un tratamiento típico consiste en 12 electrochoques administrados en el transcurso de cuatro semanas. Los problemas de memoria tras el tratamiento son comunes y, en algunos casos, permanentes.
En lugar de promover un tratamiento con un fundamento profesional tan débil, la psiquiatría debería trabajar en desarrollar opciones terapéuticas menos invasivas y, sobre todo, mejor documentadas para personas con trastornos psíquicos graves.
